El psicodélico Gadafi no quiere soltar su presa y seguir el camino de los multimillonarios Ben Alí o Mubarak; quiere morir (aunque está por ver su ardor guerrero a la hora de la verdad) matando a todo ser vivo que se ponga por delante antes que perder sus riquezas y las de los suyos. Además, el psicodélico Gadafi ha dicho, en su amenazante y atropellada verborrea palabras muy graves para con los españoles bien nacidos: que entraría en Bengasi sin misericordia casa por casa, “como Franco en Madrid”. Evidentemente, de este beduino (utilizo este término sin ninguna intencionalidad despectiva) se puede decir de todo, menos que es un loco, como algunos pretenden demostrar.
Afortunadamente va perdiendo la partida, por el momento, gracias a la intervención militar aliada, especialmente la aérea. Es de agradecer que los colonizadores de antaño se hayan puesto de acuerdo para evitar una masacre por la persistencia de un sátrapa de enquistarse en el poder. Es de suponer que las intenciones de Occidente, miembros de la Liga Árabe, etc. sean sinceras y humanitarias. También es de suponer que, llegado el caso, pongan al individuo en manos de la justicia de su pueblo o de un tribunal internacional, se garantice un juicio justo y que no se incurra en las mismas asimetrías (abuso de fuerza y de poder) que él mismo utiliza o utilizó (tal vez cuando salga publicado este artículo el dictador haya caído, ¡ojalá!). Porque, no lo olvidemos: la injusticia que nos escandaliza estriba en la asimetría, la desproporción de unos respecto de otros. No incurramos en los mismos errores de este adefesio quienes defendemos la democracia y los Derechos Humanos.
P.D.: Mientras escribo este artículo, una fotografía muestra la imagen de políticos de la derecha melillense –próximos a una doble valla periférica de unos 6 metros de altura- brindando debajo de la figura de un toro de Osborne (?) muy cerca de donde han muerto quemados tres inmigrantes subsaharianos que querían vivir con dignidad a este lado del planeta. Mi más sincero pésame a sus familias.
Antonio Caparrós Vida