En San Rafael se enterraban restos de niños junto a su familia

Así lo recoge el informe final de la intervención en el recinto, donde se han hallado 2.840 cuerpos de los 4.374 que hay catalogados, que ha sido presentado hoy en la ciudad por la consejera de Justicia y Administración Pública, Begoña Álvarez.

En el transcurso de los trabajos en el cementerio, que abarcan desde el 16 de octubre de 2006 hasta el 16 de octubre de 2009, se han encontrado también objetos personales de los fusilados, como gafas, anillos, monedas o un dominó hecho en cañas.

Además, se han hallado numerosos casquillos, la mayoría de ellos de origen italiano, y hasta una pistola encasquillada que podría haberse utilizado para dar el tiro de gracia a los fusilados y que luego el verdugo arrojaría a la fosa.

El informe señala que las evidencias arqueológicas apuntan "de forma clara y meridiana" a que las personas que yacen en las distintas fosas pertenecen a varios episodios represivos y que sufrieron "un exterminio seleccionado durante dos décadas", concretamente entre febrero de 1937 y mayo de 1957.

El análisis antropológico incluido en dicho informe indica que, excepto los neonatos, todos los esqueletos corresponden a una edad superior a los 15 años y la mayoría son varones, ya que las mujeres solo representan el tres por ciento.

El análisis anatómico de las heridas demuestra que la mayoría de los fusilados recibieron los disparos en la región torácica y abdominal, así como en las extremidades, mientras que el otro modelo de ejecución documentado, por los impactos de proyectil en algunos cráneos, es el denominado tiro de gracia efectuado por armas cortas.

Según el documento, las inhumaciones se hicieron en fosas comunes donde los cuerpos eran arrojados de forma aleatoria y cubiertos con cal viva.

Las primeras seis fosas del recinto pertenecen a la primera mitad de 1937, mientras que las del sector siete corresponden a un período más tardío.

En el sector ocho, donde se han exhumado más de un millar de cuerpos, hay una gran cantidad de inhumaciones en féretro, lo que podría significar que aquellos que murieron en la prisión provincial en la década de los cuarenta fueron trasladados luego a San Rafael.

En el Patio Civil, otra de las parcelas del camposanto, eran sepultados los no creyentes y aquellos que se habían suicidado en la cárcel, y en muchas ocasiones aparecen maniatados con alambres, según ha explicado durante la presentación el director del proyecto, Sebastián Fernández.

Ahora, los cuerpos están en el sótano del cementerio municipal de San Gabriel, donde se les ha hecho una ficha con las medidas y fotografías para, en el futuro, poder comparar los datos con los de familiares e identificarlos.

Hasta el momento solo ha sido posible identificar a una persona, el padre de Francisca Córdoba, cuya familia se encargó de renovar año tras año la marca que señalaba el lugar del enterramiento.

 

Fuente: La Opinión de Malaga