F L A C A M E M O R I A

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Ahora resulta que los funerales de Estado dirán adiós hacia el olvido al “mejor presidente de la democracia”, Adolfo Suárez, sin que nadie haya hecho mención de un examen de conciencia previo a tanto ditirambo suelto y glorioso, tal vez porque la memoria ha sabido poner de acuerdo al personal de antemano, al personal adicto según proceda a los “besapiés” que corresponda, sin rubor que echarse en cara.

            Tal vez porque “los grandes hombres y mujeres” se vuelven inofensivos una vez pasados a “mejor vida”, sujetos a las adhesiones precisas y entusiasmadas de quienes han hecho de su memoria un sayo, para que no quede reserva de la casta que administra los asuntos. . . ¿propios?. . . en nombre del bien común, desde luego.

            Flaca desmemoria en cualquier caso, porque sin duda no habrá sitio para la rectificación o el renuncio, puesto en entredicho la zancadilla retrechera y el navajazo peleón, arrodillados frente a  la pleitesía protocolaria hacia quien ya no churrea ni morrea, que ahora toca mostrar fidelidad inquebrantable o admiración igualmente insuperable, porque prietas las filas conviene seguir arrumbando hacia el lado de quienes son de los nuestros, naturalmente.

            Desde el ala más a la derecha hacia la del bando contrario, porque interesa mucho no desvariar el tiro al corazón del amigo despistado, o a la espalda del enemigo confiado, porque se trata, sin duda, de saber estar en el sitio adecuado a cuento pasado, se cuente lo que y como se cuente, conveniente el rumbo según el olvido que vaya conformándolo todo.

            Incluso hasta las interioridades más íntimas y sentidas, porque, a la postre, somos lo que somos que seremos, con la carga a cuestas de un pasado que modelamos y conformamos según el ánimo o el interés, incluso tras el convencimiento de que se está acertando con lo que habíamos creído perdido. .  .en la memoria que es flaca y acomodaticia.

            A pesar de los tumbos y las costaladas, según decía un viejo del lugar, que “después de muerto en mi culo hagan sopas”, tan muditos los muertos que bien enterramos, para que ahora se vaya construyendo la historia del pasado a modo, incluso solventando afrentas y cuestiones pendientes, cuando ya solo quede la sospecha de la evidencia, precisamente por eso, porque es evidente la razón y la sinrazón de un pasado salpicado de canallas encumbrados a los resortes del pasado, para que se pueda pasar levitando del chivo expiatorio al glorioso ejemplar del acerbo patrio.

            Y así continuará la desmemoria reescrita haciendo estragos, para que nadie al final sepa de donde vinieron los tirios y los troyanos que acabaron con el percal que nos encunaba, ¡por supuesto!, cuando ya el pasado nos rememora como creímos que fuimos. . . aunque aún nos quede tanto por recorrer y por resolver.

 

                        Torre del Mar 2 – abril – 2.014