F U R B O M Á S F U R B O . . .

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Después de los bolos de verano, los compro, los vendo, los intercambio. . . a los muchachotes tuercebotas, me hago un equipo campeón, si soy un presidente molón y nado en dinero,  aunque luego no cuadren las cuentas y el equipo resulte una castaña. Tras las supercopas, los torneos, las clasificaciones, las copas estivales  . . . ayer, penúltimo sábado de agosto se celebró la primera jornada de la Liga que de nuevo . . .volverá a concitar las pasiones, las victorias y las derrotas, predecibles, imprevistas, según aplaste Goliat, o venga David a dar la sorpresa.

                                                Y “a mí el pelotón que los arrollo”, que clamaba Pichichi en carrera vertical hacia la portería contraria, como táctica incombustible para asegurar las posibilidades de una victoria gratificante, con la hinchada incombustible . . .tras su equipo ganador, o no tanto.

                                                Y dicho y hecho, el fenómeno del balompié, como deporte rey, para consumo insaciable e inagotable, tan fácil de digerir, del personal teleoyente y televidente, incluso con tantas posibilidades de ser protagonistas chillando, aullando, discrepando, manoteando, insultando, subiéndose por las paredes. . . desde la grada en el estadio, la barra del bar, el sofá de casa. . .por el furbo hasta el furbo en su última y exultante expresión.

                                                Con las máximas que lo van definiendo sin ambigüedades. “El fútbol es once contra once, el fútbol es fútbol, el fútbol es cosa de hombres, el fútbol como la parusía excitante, el fútbol y los goles, el fútbol y la sorpresa que no se contemplaba . . . y que se pagaba tanto en las apuestas . . .”

                                                El fútbol radiado y retransmitido, sin tregua, para consumo y digestión facilota, como escaparate galáctico de los “nuevos gladiadores”, en calzonas, supermillonarios, corriendo la banda, defendiendo en zona, marcaje al hombre, chut al centro del área, remate . . .¡con todo!, y ¡goooooooooooool!, en el minuto de descuento, in extremis, siendo tan felices, ocupándonos el tiempo, sin pensar, sin decidir, dejando pasar la nada . . . viendo que la diferencia entre la exaltación y la tragedia solo va en que “la pelotita cruce o no la rayita. . .” . . .y los puntos queden en el talego de ¿mi equipo?, o en el del adversario irreconciliable . .  .

                                                Y nuestro equipo que siempre gane, aunque pierda a menudo por culpa de los árbitros, de los tiros al palo, de la actuación magistral . . . del arquero contrario . . . ahora y siempre por la victoria inaplazable del “equipo de nuestros amores y colores”.

                                                Por el fútbol, para el fútbol, partido tras partido, final tras final, derby tras derby, siempre empezando de cero, siempre a montonadas de dinero que aseguren el éxito y la gloria del equipo ganador, del equipo multimillonario, del equipo que solo puede ganar y ganar y ganar. . .

                                                Mientras el fútbol no acabe de . .  .”darnos de comer ni de pensar”.

 

                                                Torre del  Mar     agosto – 2.015