ante el becerro de oro que en buena hora bendiga a los afortunados, que alguien se llevará corriendo, sacas y sacas de dinero, dinerito, Money, Money, a no sé qué paraíso fiscal, pero ¡seguro!; para que entretanto nosotros, aquí, leyendo el titular nos sintamos como sin frío ni calor, o literalmente espantados ante tamaña desmesura, y de vuelta a nuestros asuntos ralos y diminutos mascullando ¡qué barbaridad! y poco más, seguramente enviando uno o otros cuantos whatsaaps de esos podamos a la carrera y al tecleo dáctil, como para matar el ratito que tengamos sin saber qué hacer.
Aunque esté amaneciendo y el día se presente espléndido, y no sepamos muy bien cómo se nos va a presentar la jornada, 19.000 millones arriba o abajo, tan agradecidos por seguir vivos, incluso con la catarata encima de desmanes que van haciéndose naturales y cotidianos, entre noticias con minúsculas, entre muertos, ahogados, listas de espera que se eternizan, muertos en los pasillos de urgencias que son desmentidas, ¡por dios!, cuando es lo normal que la gente se muera en urgencias, con otro más a la ristra de galeotes, el señor Granados, el triunvirato al servicio de lideresa madrileña, fuera de juego casi. . .pero muy adinerados, ¡ o no, perdón!, probos inocentes que llevaban el dinero a Suiza o no, ganado muy honradamente, con esa capacidad innata de hacer money, money, de apilarlo y hacerlo rentar, por supuesto, con y acosta de los muertos de hambre, invisibles por su bien y por decoro, para que molesten lo imprescindible, con la raya de los desencantados para participar en la vida política, aunque solo sea para votar, in crescendo, superando de largo la mitad de la población, sin que preocupe mucho, haciendo de su capa un sayo los profesionales del “servicio público”, tan pingüe, tan aforado, como para tomarnos a mal cualquier estropicio diario que nos ocasionen, cuando está bien claro que después de habernos jodido sin tasa tres añitos, de propina de lo anterior, que luego en el 2.015 prometen que igual abren un poco la mano, para que nos confiemos y los haya que vuelvan a depositar “su confianza” en los ganapanes del poder enquistado, ¡qué calvario!, en el día a día de nuestro pasar intrascendente.
En tanto la “paranormalidad”, contra todas las evidencias, se enseñorea en los discursos, soflamas y lemas de nuestros próceres, para mentirnos hasta que la burra aprenda inglés y nos convenzamos que “nada es lo que parece”, y que todo va viento en popa. . .¿para quienes?
Con los muertos enterrados, ahogados o no, con los desahuciados en sus derrotas y tabucos, sin llamar la atención, atentos a su debacle definitivo, y los ilusos dejándose la piel por si dan el pelotazo, tan remoto, tan lejano, como si fuera posible acceder al poder de los desahogados, tan fácilmente y sin dejarse la decencia por el camino.
Con el dinero que nadie ve, que nadie toca, volando y depositándose en cuentas y haberes, en saldos suculentos, con el reparto rematadamente injusto, seguramente, para que el efecto demoledor de su desfachatez nos deje sin fuerzas, incluso antes de haber iniciado la intención de indignarse.
Porque habiendo para todos nos han convencido que solo habrá muy poco para la mayoría, con listas de espera de los pobres que alcance el año y medio de miedo y aguante numantino, mientras los millones de euros, de dólares, bailan y cacarean la impudicia del sistema que bien guardan los mamporreros del gran poder, del poder omnímodo, de quienes cuentan por millones sus rapiñas y se sacian de carroña que aún palpita, por si aún queda un hálito de esperanza . . .entre quienes andamos esquivando los disparos de disuasión, talmente de fogueo como para tomarnos a mal el esfuerzo que hacen los esbirros y rufianes del dios dinero por tenernos sujetos, sumisos, rendidos.
Mientras llega el tiempo de la Cuaresma y el espectáculo volverá a estar asegurado, arrastrando las cadenas del renuncio y el sacrificio, por el bien exclusivo de los pobres desgraciados que alguna vez nos creímos merecer otra cosa, en un pletórico espectáculo de luces, cirios y mucha credulidad a ciegas en el fin de la compasión y la fraternidad, de gratis. . .para ir tirando de penitentes por dejarse engañar sin excusas.
Como a pie de página para cuando estas líneas se transcriban el señor Granados ya habrá presentado su acta de senador, dimitiendo, al grito del bravo argumentario de “¡ya estoy harto!”. . . y es que no es para menos, que tales señoritos de tan rampantes aficiones tengan que aguantar que les pidan cuentas y les aireen los bajos. . . ¡Vamos, como para estar harto!. . .de aguantar tanta morralla ciudadana y pacata.
Torre del Mar 23 – febrero – 2.014