¿FÚTBOL ES FÚTBOL?

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Hoy en un partido de liga modesta un niño de unos seis añitos, enfundado en una elástica de gran súper equipo galáctico, de trascendencia planetaria, se ha pasado todo el tiempo de juego gritando como un obseso : “¡árbitro comprao, partido regalao!”. . . Y eso que el equipo de su pueblo, el local, ganaba. . . pero el mocoso nos ha dado la tabarra sin que ningún adulto le invitase a cambiar de cantinela.  

                                                                       Los tupés recortados sobre una línea calva, rectilínea, marcada, según la moda mundial del último balón de oro, la nueva imagen repetida en miles de cabezas felices, satisfechas de poder verse tan . . . parecidos al ídolo inaccesible.

                                                                       De cuando yo era pequeño e iba con mi padre, todos los domingos, andando, al Campo Municipal de Anduva, en Miranda de Ebro, al ver a nuestro equipo, el equipo rojillo, el equipo ferroviario, el equipo que siempre recuerdo, mientras yo era niño e iba a verlo, militó en tercera división, tan feliz, con mi padre que también se dirigía muy orgulloso con su hijo de la mano, con el puro de las sobremesas de los domingos, a reunirse con los amigos, a gozar de un tiempo de exultante pasión por el equipo de tu pueblo, por el equipo de esforzados tuercebotas, héroes embarrados, peleados con sus      limitadas habilidades, corriendo la banda, rematando en plancha, celebrando la victoria in extremis, contra los equipos rivales de toda la vida, en esa rivalidad secular contra el pueblo, la ciudad vecina, de ancestral enemistad futbolera.

                                                                       Como cuando yo en el colegio, en Ingreso, con nueve añitos, en el día del Colegio, cuando fuimos premiados los que mejor jugábamos al fútbol de formar el equipo titular que representaría al colegio, y formamos para  que nos hicieran una foto, en blanco y negro, con nuestras camisetitas prestadas, con la camiseta blanquirroja, con nuestra espabilamiento infantil           mirando de frente a la cámara, con nuestras medias bajadas, con nuestros zapatos “gorila” prestos a la lid que nos presentasen, sin miedo, con la rabia niña de quienes nos sentíamos . . . invencibles.

                                                                       Como ahora, cuando hace pocas semanas, en un partido de alevines, numerosos padres, gritaron, insultaron, “afearon su condición de mujer” . . .a la árbitra que intentaba dirigir el partido de niños, el partido de fútbol, el espectáculo miserable indigno y machista . . .de unos miserables, indignos y machistas escupiendo su excrecencias intolerables.

                                                                       Y es que ¿el fútbol es fútbol?

 

 

                                                           Torre del Mar    mayo – 2.015