Para tal aseveración cuento con el aval de más de 60 años viviéndola in situ. Porque cuando en 1948 nació el filial, el hoy nuevamente Atlético Malagueño, se iniciaron mis andanzas periodísticas. Y a las vicisitudes de aquel equipo, del que nunca pensé que pudiera surgir este nuevo Málaga, me entregué como un joven de la cantera periodística malagueña. Con Tomasín y Chales como entrenadores, con los López Cabello, Paco Escalera, Pepe Gómez Téllez y algunos más incube el virus. Y nunca dejé de tener el convencimiento de que el Málaga no tenía otra salida que la de su cantera.
Ahora está de moda otra vez. Por culpa de Iván, Javi López, Manu, Toribio, Manolo, Fernando, Edu Ramos y un etcétera que va in crescendo. Y va en crecimiento galopante inesperadamente. Porque la producción de la cantera es inversamente proporcional a la asistencia que reciba. A menos medios, más eficaz aparece. En sus primeros años, nadie podía pensar en un filial que ni entrenara ni disputara sus partidos en La Rosaleda y que podría llegar a ser fértil. En la década de los 50, el Malagueño, con Tomasín, Chales o Carmona Ros, hacia sus prácticas en Martiricos. Y jugaba sus partidos -hasta de Regional- en el campo de césped. Cuando el calendario le hacía coincidir con el primer equipo, o lo precedía en su actuación o jugaba después. Ahora, cuando la cantera está de moda, el Atlético Malagueño no sabe dónde va a dirimir sus partidos. Últimamente andaba de prestado en el campo de la Federación.
Pese a ello, ahí están los frutos. Muñiz está presto a recogerlos. Y a cultivarlos y administrarlos sabiamente. Los que han sido producto de una cantera saben mejor que nadie como manejar a los que tienen idéntica procedencia. En el Málaga esto quedo patentemente. El primero que como entrenador abrió las puertas del titular a un jugador de la base era de la cantera, Chales. Y luego, tanto como él hicieron Benítez, Fuentes y algunos otros.
BOTONES DE MUESTRA
Hace 58 años que por vez primera un jugador malagueño del equipo filial saltó al Málaga. Se debut fue en un partido de Copa, frente al Barcelona. Los blaugrana habían ganado en Martiricos 7-0 y Barrios, que pidió refuerzos para el encuentro de vuelta, dimitió, y se aceptó su renuncia. Chales le reemplazó. Y también pidió refuerzo. Solicitó el pase del paleño Galacho, ariete del filial, al primer equipo. Galacho estuvo al servicio del equipo ocho temporadas, con de ciento seis partidos oficiales y treinta y cuatro goles.
Dos temporadas pasaron sin que otro entrenador del primer equipo se acordara de la cantera. Fue otra vez Chales el que diera paso al perchelero Bernardi al titular. El acierto de la medida lo pregonan los hechos. Doce temporadas Bernardi fue casi el exclusivista extremo izquierdo local formando una memorable ala con Pipi. De su efectividad hablan unos datos que resisten cualquier intento de manipulación: jugó doscientos cuarenta y nueve partidos y marcó ochenta y seis goles. Es el malagueño más goleador de la historia del fútbol local.
El tercer botón de muestra de la fecundidad de nuestra cantera se llamo Antonio Lorenzo. Estuvo en la sala de espera dos temporadas. Helenio Herrera vaticino su futuro, aunque hiciera poco por engrandecerlo. Lorenzo subió de la mano de Ramón Colón, que con el equipo coleando en segunda división dio preferencia a los cedidos por el Atlético de Madrid que a los de casa. Lorenzo se fue del Málaga dejándolo en primera, después de ocho años de servicio, que se totalizaron en ciento cuarenta y cinco partidos.
El balance del primer trío de canteranos fue muy relevante. Pero todavía estaba lejana la llegada de Benítez como entrenador y de que se produjera uno de sus muchos récords en el Málaga: el del entrenador que mayor número de jugadores promocionó desde el filial. La cifra de su inalcanzable récord -¡ojalá nos equivoquemos!- está en veintidós alternativas, muchas de ellas triunfales
Ahora está de moda otra vez. Por culpa de Iván, Javi López, Manu, Toribio, Manolo, Fernando, Edu Ramos y un etcétera que va in crescendo. Y va en crecimiento galopante inesperadamente. Porque la producción de la cantera es inversamente proporcional a la asistencia que reciba. A menos medios, más eficaz aparece. En sus primeros años, nadie podía pensar en un filial que ni entrenara ni disputara sus partidos en La Rosaleda y que podría llegar a ser fértil. En la década de los 50, el Malagueño, con Tomasín, Chales o Carmona Ros, hacia sus prácticas en Martiricos. Y jugaba sus partidos -hasta de Regional- en el campo de césped. Cuando el calendario le hacía coincidir con el primer equipo, o lo precedía en su actuación o jugaba después. Ahora, cuando la cantera está de moda, el Atlético Malagueño no sabe dónde va a dirimir sus partidos. Últimamente andaba de prestado en el campo de la Federación.
Pese a ello, ahí están los frutos. Muñiz está presto a recogerlos. Y a cultivarlos y administrarlos sabiamente. Los que han sido producto de una cantera saben mejor que nadie cómo manejar a los que tienen idéntica procedencia. En el Málaga esto quedó patente. El primero que como entrenador abrió las puertas a un jugador de la base era de la cantera, Chales. Y luego, tanto como él hicieron Benítez, Fuentes y algunos otros.
Hace 58 años que por vez primera un jugador malagueño del equipo filial saltó al Málaga. Su debut fue en un partido de Copa, frente al Barcelona. Los blaugrana habían ganado en Martiricos 7-0 y Barrios, que pidió refuerzos para el encuentro de vuelta, dimitió, y se aceptó su renuncia. Chales lo reemplazó. Y también pidió refuerzo. Solicitó el pase del paleño Galacho, ariete del filial, al primer equipo. Galacho estuvo al servicio del equipo ocho temporadas, con 106 oficiales y 34 goles.
Otra vez Chales
Dos temporadas pasaron sin que otro entrenador se acordara de la cantera. Fue otra vez Chales el que dio paso al perchelero Bernardi. El acierto lo pregonan los hechos. Durante doce temporadas fue casi el exclusivista extremo izquierdo formando una memorable ala con Pipi. De su efectividad hablan unos datos que resisten cualquier intento de manipulación: jugó 249 partidos y marcó 86 goles. Es el malagueño más goleador de la historia del fútbol local.
El tercer botón de muestra de la fecundidad de nuestra cantera se llamó Antonio Lorenzo. Estuvo en la sala de espera dos temporadas. Helenio Herrera vaticinó su futuro, aunque hiciera poco por engrandecerlo. Lorenzo subió de la mano de Ramón Colón, que con el equipo coleando en Segunda dio preferencia a los cedidos por el Atlético de Madrid que a los de casa. Lorenzo se fue del Málaga dejándolo en Primera, después de ocho años de servicio, que se totalizaron en 145 partidos.
El balance del primer trío de canteranos fue muy relevante. Pero todavía estaba lejana la llegada de Benítez como entrenador y de que se produjera uno de sus muchos récords en el Málaga: el del entrenador que mayor número de jugadores promocionó desde el filial. La cifra de su inalcanzable registro -¡ojalá nos equivoquemos!- está en 22 alternativas, muchas de ellas triunfales.
JUAN CORTÉS.- Diario Sur