Ahora resulta que, entre otras intenciones que “promete” sobre Educación el flamante candidato socialista, tales como la derogación de la ley Wert, está la de prorrogar la educación obligatoria hasta los 18 años.
Me contaba hace muy poquitos años un compañero mío, jefe de estudios en un Instituto público que, últimamente los profesores que llegan a Formación Profesional, especialidades de Mecánica, Automoción, Electrónica. . . disponen de una extraordinaria formación teórica y, de esa manera, sus clases son magistrales y que, en consecuencia, logran “espantar” a gran parte del alumnado, con la consiguiente frustración personal y profesional, así como el fracaso y el abstencionismo de un alumnado que “hace aguas”.
Que, amén de que todas las ocurrencias son buenas “per se”, seguramente, echo en falta un prólogo indispensable a sus intenciones, las del candidato y las de su formación.
Y es que, por encima de toda consideración, el tratamiento a la Educación y su aplicación debe tener en cuenta el siguiente requisito indispensable. Y es el que ha de referirse a que el “asunto de la Educación” en nuestro país ha de ser “un asunto de Estado” que no dependa, en consecuencia, de las ocurrencias de los distintos partidos políticos que vayan llegando al poder. Que, por esa razón, si hay cambio de gobierno el primer paso sería derogar, al segundo, la ley Wert, porque no ha dispuesto de consenso. Porque las cosas de la educación son demasiado trascendentales para dejarlas en manos sólo de una opción ideológica.
Porque la educación, su desarrollo y su aplicación deberían trascender por encima de las fuerzas políticas.
Durante mis más de 39 años de profesión de maestro, todas las visitas de los respectivos inspectores e inspectoras que sólo venían a verificar “la formalidad” de la aplicación “superficial” de las distintas leyes de Educación. solamente un inspector, al principio de mi singladura laboral, incluso antes de la denostada LOGSE, charlando conmigo . . .me dijo que “todos los objetivos y contenidos planteados para la educación obligatoria, pública y universal . . .estaban pensados, elaborados y planteados para que prácticamente toda la población infantil, adolescente, . . . pudieran y debieran superarlos”.
Por eso mismo, tras la asunción de que el asunto educacional debe ser un “asunto de Estado”, se debería exigir que prácticamente nadie, ¡oigan nadie!, saliese del sistema público educativo . . . “fracasado, excluído, . . .sin haber alcanzado la elemental formación integral, personal, educativo, formativo y sobretodo cívico”.
No se puede consentir ni permitir que, por ejemplo, en Andalucía, el 35% de nuestros jóvenes no alcancen a superar el 4º de la ESO.
Y entonces ese fracaso solo debería ser achacable al sistema educativo actual, a las familias, al profesorado, a la sociedad en su conjunto . . . porque, sencillamente y en principio, 35 de 100 de nuestros jóvenes han fracasado personalmente, palmariamente, además de otros muchos más que irán fracasando en su formación personal, laboral, integral . . .¿como si no fuera una responsabilidad de todos?.
Porque deberíamos empezar entre “todos esos y esas que conformamos la sociedad civil” a poner el empeño indispensable, estimulador, generoso en sacar adelante a todos nuestros niños, adolescentes y jóvenes . . . porque absolutamente todos ellos son nuestro patrimonio de futuro y de ciudadanía noble y responsable, y ellos, en contra incluso de sus comportamientos, “solo nos tienen a nosotros”, a su maestros, a sus profesores, a sus familias, a sus convecinos . . . adultos.
Porque la Educación pública y universal no puede ser sólo “una carrera de obstáculos y de eliminación”, ni estar solo limitada al periodo de formación escolar.
Porque nuestros jóvenes son nuestra responsabilidad. . . para contagiarles confianza, ilusión, esfuerzo, interés, respeto, responsabilidad. . . Porque cada día es volver a empezar.
Porque es indignante y denunciable que en un Instituto público, por ejemplo, de Madrid, con problemas sociológicos de un alumnado perteneciente a familias desestructuradas, donde el desempleo es una lacra extendida, donde los jóvenes no divisan ningún aliciente por el que esforzarse que no sea seguir la moda más vacua y mediática, con graves problemas de convivencia, con un alto grado de absentismo. . .curso tras curso . . . y que el profesorado haya tenido que esperar a mediados de octubre a recibir una desangelada hoja impresa por el servicio de Orientación donde se indica un protocolo aconsejable de actuación sobre tal tipo de alumnos y alumnas, . . . mientras los expedientes, las expulsiones. . . prácticamente empiezan en la primera semana, y solo se atienden y poco las quejas continúas del profesorado sobre la porquería de chavales a los que deben atender. . . porque “no atienden callados, porque no acuden a diario a clase, porque no ponen ningún interés” . . .”.
Texto dedicado a muchas de mis compañeras y compañeros que entregaron su saber, su paciencia, su entusiasmo, su dedicación sin regateos . . . tan ajenos a “los desertores de la tiza” que sí supieron abandonar las aulas para dictarnos lecciones magistrales desde sus despachos . . . a quienes preferimos quedarnos siempre junto a . . . ¡nuestros niños y niñas, adolescentes, jóvenes . . .!. . . porque sólo creíamos en ellos. . .
A Fernando, Abel, Menchu, Rosa, Beatriz, José Luis, Ramón, Antonio, Carmen, Ángela, Pilar, Raquel, Teodoro . . .
Madrid octubre – 2.015