Mi abuelo, en la heroica posguerra de nuestros olvidos o casi regentaba una carbonería, vendía leña y carbón, de productos de primera necesidad sujetos al racionamiento con que lo iba facilitando el gobierno «victorioso», comercio y oportunidad única para que mi abuelo se hubiera enriquecido «obscenamente» gracias al estraperlo, gracias a la falta de toda calidad humana. Mi abuelo no se enriqueció, vendía su mercancía al precio de mercado «blanco, decente». Mi padre, comerciante acomodado en ciudad de provincias, se negó reiteradamente a participar en jugadas sucias de apoderamiento de embargos de vecinos hipotecados, en desgracia, a punto de perder sus bienes a manos de «los caimanes humanos» que supieron enriquecerse obscenamente a partir de la desgracia de sus vecinos. Yo aprendí que se puede y se debe vivir de acuerdo a unos principios que me han permitido vivir feliz, satisfecho y solidario. Y por cierto he cumplido con mis obligaciones fiscales, por lo tanto ciudadanas y cívicas, hasta el último céntimo. Nada que ver con el espectáculo cochambroso que nos rodea desde hace bastante tiempo. Con la guinda última del gran baranda catalán, ya muy «ex», ya muy apeado de sus privilegios institucionales y tal, como para que una gota más intente desbordar el hartazgo insoportable. Como para que por eso mismo no nos demos por rendidos, frente al descalabro moral que nos va asfixiando. Con tantos desalmados arrogándose sus presunciones de inocencia . . .¡a rajatabla!. En un panorama desolador de corrupción sistémica, con cómplices irresponsables, como poco, con compinches voluntariosos, sin duda, en puestos de ordeno y mando, sin que se hayan dado por aludidos de toda la escorias que nos va desanimando hasta la extenuada arcada. Contra la evidencia que niegan. Contra la indecencia que no deja de crecer. Con un panorama, por lo tanto, infumable y perverso que por lo visto tentó y contagió a demasiada gente. Mientras fuera de nuestras fronteras poco resulta envidiable, con una masacre «in crescendo», con más de 1.400 cadáveres, víctimas del odio venal, víctimas de una guerra odiosa y cruel, con más de 340 niños entre las víctimas. Sin que, en pocos días, llegue a molestarnos más de lo evitable el espectáculo dantesco que andan televisando. Con una condena farisaica, de doble moral, cobarde y miserable del poder político global y mundial contra el crimen horrendo, contra la masacre que no cesa . . .en Palestina. . .mientras Washington aprueba la venta de millones, en armas letales, asesinas, mortíferas, a una de las partes contendientes, a Israel, ¡qué casualidad! Mientras en España, según datos de la EPA, 837.000 personas trabajan un día a la semana. ¡por ejemplo! y «facilitan datos positivos», porque los contratos indefinidos han subido un 1,7% y los contratos temporales constituyen una subida del 6,5%. Por cierto en el paro juvenil vamos segundos por encima solo de Grecia, habiendo llegado ya a 850.000 jóvenes desempleados. Y todavía deberemos estar agradecidos por tanta fortuna. . .aunque estemos ¡hartos!. Logroño 3 – agosto – 2.014
H A R T A Z G O
- Publicación de la entrada:01/08/2014
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