La miseria humana enaltecida por la vesania de inhumanos y despreciables congéneres que destilan odio y más odio, crímenes condenables una y un millón de veces, yihadistas uniformados, ¿por quién por quienes?, ¿por qué cómplices de sus crímenes malditos como los verdugos, miserables y malditos desde su colaboración infame y nefanda.
Los asesinos yihadistas y sus víctimas conducidas hacia su injusto martirio.
Los cuchillos para ser recogidos. Nuevos, relucientes, mortíferos, en orden perfecto, de uno en uno, sin atropellarse, mientras acuden a fotografiarse los miserables asesinos, con el puñal en una mano, tocando a su víctima, para no perderla, con serena maldad, con la vileza insoportable de quienes no se merecen ni el menor respeto, ni la menor comprensión, ante el inminente crimen.
La pose de los asesinos, miserables, culpables, y arrodilladas sus víctimas, presentando “una singular obediencia, dejándose torturar, matar y exterminar como si previamente hubieran establecido en sí, con celestial conformidad, que ése era su destino y que no tenía sentido hacer un solo movimiento en contra”.
Y a una señal, tras una parrafada infame, se desata el horror y contra el suelo, en un espanto inimaginable e insoportable, doloroso e inolvidable, se inicia y se consume el degollamiento . . . y se empapa la sangre de las víctimas inocentes. . . porque todas las víctimas son inocentes cuando su sangre empapa la tierra y el último estertor da paso a la vacía eternidad, al sin sentido culpable.
Y ante tamaño horror no hay cabida para el perdón, la comprensión, la interpretación, la disculpa. . . por mínima que se imagine.
Y uno reniega de la naturaleza humana capaz de tales atrocidades, capaz de producir tanto dolor, tanto espanto, tanto crimen insano y asesino.
Y uno sabe que no hay ningún dios, falso o verdadero, inexistente o necesario, que consienta, que permita tales asesinatos, a manos de ¿seres humanoa? contra seres humanos.
Porque uno ya no soporta ni el crimen más horrendo, ni el desamparo, ni la injusticia, ni la desigualdad, ni el fanatismo. . . mientras haya un solo ser humano que sufra, que llore, que muera degollado, que muera reventado, que muera, tiroteado, bombardeado, que muera abandonado . . . a su suerte. . . mientras haya seres humanos que tienen tanto, que deciden tanto, que matan y asesinan. . . en nombre de su propia y criminal inhumanidad, se llamen . . . dueños infames de la vida y la muerte de sus semejantes.
¡MALDITOS SEAN!
Torre del mar noviembre – 2.014