Porque es muy fácil sugestionarse de que el mal puede dañaros, que es invencible y que “no hay nada que hacer”, con razones y con razón contrastables, desde el añejo “no te signifiques” mientras “desaparecían quienes luego reaparecían magullados y más silenciosos”, porque desde luego que el mal no es inane, ni siquiera inofensivo, cuando es interpretado con las suaves maneras de quienes saben muy bien disimular, callar, encogerse de hombros y pasar de largo, aunque resulte que hayan de dejarse un perraje en defensas especializadísimas, proclamando su presunción al principio y su inocencia al final, caigan quienes caigan, aunque sean ellos mismos quienes queden en evidencia, y por eso mismo, porque, al cabo, la impunidad exige el sacrificio de la propia honra pisoteada y festoneada de desfachatez a prueba de cargos y acusaciones que serán negados hasta la saciedad. . .hasta el agotamiento. . . de la parte contraria.
Porque es claro que la impunidad es evidente, malsana y concluyente, con cientos, miles de pruebas que quedan en nada, en el garantismo que negamos a los chorizos de poca monta, con nuestros adalides de las fechorías más nauseabundas proclamando su fe en la justicia pareja a su inocencia incontestable.
Y aquí y por eso mismo todos los picaros de alguna entidad ponen su salvación en manos de la “justicia” manoseada, rea de susceptible parcialidad, desde sus engominados togados, puñeteros e intocables, que van y vienen, insisten y rebuscan, ponen de manifiesto y encubren . . . la prueba penúltima, siempre en el descargo de la presunción infinita que no se agota, porque siempre queda algo por esclarecer, mientras nada acaba de ocurrir entre los grandes mangantes, desde la impunidad del gran fraude fiscal que nadie osa tocar hasta el choriceo de cierto rango que nunca termina por concretarse, hilo tras hilo, fleco tras fleco, desde la defección insoportable del sindicato UGT que no asume sus responsabilidades manifiestamente incompetentes y culpables hasta la eterna Gürtell de quien nadie quiere hacerse responsable ni por razón de “conocimiento superficial”. Mientras y desde que trescientos responsables de Hacienda hayan sido cesados, aunque ¿sigamos siendo todos Hacienda?. . . o solo panolis, hasta la justicia pendiente e inexistente en nuestro país como para que compatriotas nuestros hayan tenido que acudir a Argentina a reclamarla, con todo el saco de inmundicias impunes que andan soltando su hedor sin que ningún alto cargo se dé por aludido y rule la bola y callemos todos, por miedo, por cómplice anuencia, por sumisa cobardía, . . .mientras los balones salen fuera del estercolero que es nuestra patria, huyendo de la peste de la corrupción sistémica, inflamable y perniciosa, que tanto se pone en las soflamas de nuestros patrioteros engolados y engominados el énfasis en el “servicio” de quienes nos han dado el “cambiazo”; mientras la “ejemplaridad” también se contagia, con todo, lentamente, del brazo, con el compañero y la compañera, ocupando y no callando las calles de nuestras ciudades, contra las miasmas que nos anegan y asfixian en cientos de casos de maleva codicia e ideología nefanda, mientras crece la pobreza y nos escupen con mentiras de recuperación basada en la esclavitud ¿asumida?, ¿resignada?, ¿claudicante?. . . en tanto los impunes ríen y se saludad, se felicitan y no ceden ni un ápice. . .porque saben que de momento van goleando.
Porque hoy más que nunca es necesaria la “ejemplaridad” contra la “impunidad”, el paso firme y la negativa rotunda a seguir cediendo, a seguir tragando lo inmasticable, contra los impunes que siguen gobernando porque “no se dan por enterados”. . .sobre el vertedero que los abriga y protege.
Torre del Mar 17 – diciembre – 2.013