Insisten …

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respecto a los crecientes casos de pederastia en el seno de la Iglesia, mal tratados, disimulados, no asumidos con la pena y responsabilidad debida, con el sentimiento de culpa debido, que “convendría extender la culpa” a una sociedad, la de hace poco, ¿la fiel y abducida por su fe?, a “una cultura común compartida de silencio”.

¡Qué desvergüenza y villanía!, no queriendo asumir la responsabilidad y la pena, cuando además se ha sabido que hubo enmascaramiento, comprensión, ocultamiento … a los verdugos, a los criminales que “abusaron” de niños, de sus víctimas indefensas e inocentes.
Sin querer por lo tanto hacerse cargo de su cuota de responsabilidad cobarde y culposa. Tal vez ¿Por qué no se acuerdan del mensaje de su Maestro … cuando decía aquello de que “quién escandalizara a uno de estos pequeños mejor haría en echarse una soga atada a una piedra al cuello  y lanzarse al fondo del mar”?, sin paliativos ni excusas, con toda la contundencia de quien supo que se trataba de crímenes insoportables de disculpar.
Y sin embargo vienen ahora estos tipos con poder e influencia y hablan de ¿una culpa colectiva? ¿Tal vez porque les va lo del pecado original, los golpes de pecho en procesiones y novenarios, las mortificaciones a costa de la obra y el pensamiento? …¿ de quienes solo podrán aspirar al perdón de dios, porque en este mundo solo estarán sometidos a la justicia de los hombres y mujeres?
Y por eso avergüenzan y asquean esos santones del descaro y el discurso cobarde, porque no supieron  o no quisieron llevar ante la Justicia a los más que sospechosos, curas, sacerdotes, educadores a su cargo … de prácticas de pederastia.
Porque sigue sin haber exención ni coartada posibles, y menos cuando viene del portavoz de la Conferencia Episcopal Española.
Porque ni es cuestión de interpretación, ni de caridad católica, ni de enfangamiento miserable, aunque insistan … porque solo es cuestión de identificar y denunciar ese supuesto y evidente  pecado como  un crimen intolerable y denunciable.
Incluso y sobretodo  por la propia decencia de esa organización de ¿inspiración divina? Pues por eso mismo y sobre todo por eso mismo.
Porque apesta ese empeño farisaico de inmolar a quienes no depredaron contra niños inocentes, víctimas que se merecen todo el respeto y toda la justicia humana, porque hubo criminales, por “acción y también por omisión”.