INVISIBLES

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Porque sencillamente son invisibles, ellas, las 900 que viven en situación de máximo riesgo, y tantas otras, miles, que sufren la decepción y el acoso, la frustración y la indecencia de sentirse vejadas, maltratadas, ninguneadas porque así son y así se admiten un estado de cosas que debería abochornarnos.

“Al menos dieciséis detenidos en una redada contra la prostitución en Cádiz y Málaga, en una detención a implicados en la presunta extorsión sexual a mujeres obligadas a prostituirse. . .” sin que tampoco nos altere mucho el ritmo de los biorritmos capaces de digerir con absoluta normalidad tal tipo de noticias. Al fin qué socorrida es esa tontería de “el más antiguo oficio del mundo” y con qué benevolencia aceptamos el uso y disfrute de esas hetairas por parte del género macho, sin que nos detengamos a pensar sin son o no obligadas, como si hubiera opción, si como las “pretty woman” tuviesen realidad fuera del celuloide.

Nadie se imagina un club de alterne, tan sofisticadamente publicitado, frente a otro de clientela totalmente opuesta. Como si solo fuera muy visible la invisibilidad de la única prostitución asimilada y amortizada por la hipócrita doble moral del ser humano.

“El 28% de la población española por debajo del umbral de la pobreza”, en otro orden de cosas pero con la naturaleza de su invisibilidad incluso cuando acuden a los contenedores, cuando caen las tardes del fracaso social y humano, para hurgar, “racimar, espigar”. . .las sobras de lo desechable, pasado, podrido, y con todo aún aprovechable. . . mientras la necesidad obligue e impele a hacerse con un mal bocado que mantenga en vilo las pocas fuerzas.

Invisibilidad en grado insultante y sigiloso, mientras haya quienes aún nos libramos y callamos y disimulamos. . .porque creemos que de momento aún no nos roza ni amenaza.

Racaneando pues las espigas salpicadas y olvidadas sobre el árido yermo, la cervices doblegadas, mientras se apuran las racimas que verdeaban al tiempo de la vendimia, entre las miradas profundamente tristes de las mujeres que no saben lo que es reír. . .confiadamente, tal vez porque nunca fueron respetadas, por mucho amor que las prometieran o ni eso, porque simplemente solo son un objeto . . .como los pobres cuando molestan y evidencian la denuncia de sociedad absolutamente injusta e insensible.

Torre del Mar 30 – noviembre – 2.013