Y en estas andamos cuando resulta que a “su excelentísima señora Cristina” hermana de rey, infanta que ya no debe ser infanta, porque ahora parece que ya no forma parte de la familia real o así, pues resulta eso mismo, que la han imputado, lo de emplumado suena mal, ¡que vaya con su mala cabeza!, por delito fiscal y tal y tal, liberada de ser acusada como imputada por blanqueo de dinero, es decir, mitad y mitad, para que la señora salga algo escaldada pero no mucho, y a ver si se logra librarla del sofoco judicial.
Por su amor conyugal, inasequible al desaliento, la “afortunada” doña Cristina, de haber recibido tan edificante educación ¿o no?, exclusiva atención a sus deseos y caprichos, se supone, con una elevadísima y esmerada atención a su formación personal y profesional, ¿a que sí?, vista como se ve, “imputada” su graciosa excelencia, ¡natural!, como para que caigamos en la cuenta que también las debilidades humanas acaban por socavar en tan altísimas personalidades, así como para haber lamentado el exceso de insaciable voracidad.
Para que haya pasado a formar parte del desfile filibustero, entre nacional y esperpéntico, la ex infanta y el dueño de su amor, los duques que tanto lucían, como pareja de alto ringo rango, venida a muy poca cosa, entre corsaria y trapacera como para que hayan contribuido, cómo no, a “humanizar” al personal de real abolengo, ¡qué remedio!, que a la fuerza ahorcan, ahora que toda la golfería se equipara por la urgencia de salir a flote de la hez inmoral y justiciera que. . .les ahoga y asfixia, porque también se quiere empapelar a tan principales personajes ¡ habrase visto!, con el traje del emperador hecho jirones, en los culos aristocráticos de los duques de Palma. . . y tal y tal.
Torre del Mar noviembre – 2.014