La iglesia del boato y el incienso, el oro y las ínfulas. La iglesia poderosa y soberbia, la iglesia de los príncipes ungidos y mitrados. La iglesia de los templos de mármol, de los dogmas y los preceptos. La iglesia bajo palio, la iglesia ceremoniosa, puro misterio de liturgia y rito inexcrutable. La iglesia rica, la iglesia de las indulgencias y las bulas, la iglesia misógina, la iglesia exclusivista y selectiva. La iglesia en cerrada en su doctrina elaborada. La iglesia altiva, recogida sobre sus espectáculos de devoción solemne, de procesiones de autos de fe. La iglesia de los sitiales y las capas pluviales de hilos de oro y seda sinuosa y fría . . . como una serpiente. La iglesia de las manos sinuosas, el verbo de arabescos contundentes y letales. La iglesia que no conoce el sentido, la hondura del perdón.
“No tengo agua en las manos,
ni palabras en la mirada, sólo
silencio ante la agonía silenciosa
de los sin nombre”.
La iglesia de los extrarradios, la iglesia de los más pobres entre los pobres, la iglesia pecadora y comprometida, junto a los que menos tienen. La iglesia de los brazos, la mirada que comprende y se pone en el lugar del otro. La iglesia apartada del templo. La iglesia señalada, condenada, lapidada desde la infalibilidad de la iglesia oficial. La iglesia de las manos encallecidas. La iglesia errada en la búsqueda del consuelo imprescindible. La iglesia de minúscula, la iglesia de las chabolas, la iglesia de quienes huyen del infierno y solo piden . . . un trabajo, una vivienda, una mano tendida, un plato de comida . . . La iglesia que no utiliza púlpitos, ni mitras, ni sayones de lujo. La iglesia que escapa del poder. La iglesia humilde . . . y que ama porque . . . si no hay amor . . . nada vale nada.
600.000 refugiados han arribado a Europa en lo que va de año. 9.000 inmigrantes cada día. 9.000 seres humanos diariamente que serán ilegales. El Tribunal Constitucional en España “suspende la asistencia sanitaria universal a los inmigrantes papeles” en la Comunidad Valenciana, en contra de la disposición dictada por el actual Gobierno Autonómico.
En la isla de Lesbos los cementerios ya no tienen más cabida para enterrar a los refugiados muertos en su intento de llegar a Europa. Se ha debido habilitar un camión frigorífico para ir guardando los cuerpos que no cesan de llegar hasta que se encuentre otra solución.
¡Que efecto llamada hubiera invocado nuestro gobierno si estuviesen llegando 9.000 seres humanos, desesperados, a nuestras costas del sur de la Península!.
Torre del Mar noviembre – 2.015