L A O L A . . .

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L  A      O  L  A  .  .  .
 
. . . que avanza devastadora.
En EEUU Obama pliega velas por unos condones gratuitos que podrían incitar tanto al pecado a los trabajadores de las empresas católicas que horroriza tanta fanática malignidad.
Sarkozy gira a la derecha y promete endurecer las condiciones a los parados para que escarmienten de su condición de parásitos sociales, ¡faltaría más! por ese puñado de votos insolidarios que cree necesitar.
En Grecia hurgan y hurgan en la necesidad hasta esquilmar cualquier posibilidad de resurgir a los desgraciados en décadas, obligando a cobrar la mitad, en nombre de la deuda contraída por los desahogados que escapan de rositas.
El tecnócrata Monti pone a llorar a una ministra y acomete por donde haga falta, naturalmente, a quien menos culpa tenga y menos le llegue la camisa al cuello, con modales de sádico refinado, sin una palabra más alta que otra.
En Hungría las banderas de la xenofobia y el fascismo vuelven a ondear con garra e insolencia.
En Siria el gobierno bombardea a los suyos que no quieren ser ya más suyos hasta que la sangre llegue a inundar la insensibilidad humana.
El fanatismo y los dioses enfurecidos hacen de los suyos cebándose en los más débiles, en los más libres. . . allá donde haga falta meter pavor e ídolos pavorosos y entronizados en la verdad oficial, de obligado cumplimiento, en Oriente y en Occidente, con velo o con telarañas mentales.
Alemania dicta medidas draconianas  imprescindibles a su clientela cogida por los huevos hipotecados,  para seguir a flote y que el sistema injusto y podrido continúe boqueando y llevándose la mejor parte, empezando por ellos, siempre por ellos, allí y aquí, siempre ellos, primero ellos, luego ellos, y si sobra algo para ellos también, del norte o del sur, da lo mismo si el bocado es sustancioso.
Portugal, Inglaterra . . .siguen a la chita callando, recortando, conformando renuncias a los derechos duramente conseguidos, a sangre y lágrimas, como si el pecado de los pocos debiera ser expiado por la mayoría insolvente, por “haber querido ser como dioses” . . . según promesas que luego fueron fulleras . . .
Y aquí en España. . . pues más de lo mismo, mecida la iniquidad en esa mayoría absoluta de la que hacen gala quienes llevan unos meses frotándoselas manos y afilándose el colmillo, ¡pues claro!
Y aquí tendremos que esperar otros tantos años los perdedores del crimen golpista, de la dictadura vengativa y cruel, a recuperar la memoria . . . por atrevidos.
Y haremos bien en buscar un tabuco que medio nos guarezca de “las medidas agresivas” que nos meterán en cintura, por crédulos imbéciles y codiciosos.
Y perderemos derechos y bienestar, sin problemas, y retrocederemos los años que haga falta retroceder, sin problemas, por pasados de listos, y volverá la fe consagrada, útil y rencorosa, a iluminar nuestras incrédulas existencias, por desviados, y nos vamos a enterar de lo que vale una derecha temible y agresiva, aupada a la mayoría que les permita darnos la medicina que nos conviene, ¡a que si!, por nuestro bien y por el suyo, ¡ a que si!, con el miedo metido en nuestro cuerpo social, ¡ a que si!, para que vayan atándose los machos los últimos de la fila que de ellos será el futuro de oscuridad y necesidad, por y para el bien de los excelentes, en contra de las más elementales cotas de distribución justa y equitativa, ¡faltaría tanta impertinencia por los desheredados de la buchaca! que ya irán acostumbrándose a tragar quina, le disguste o también, y sálvese quien pueda y jódase el que quede atrás.
Mientras la ola avanza y no deja logro social en pie, en nombre de la fraternidad social y universal caída en desuso, con la coartada de los arrinconados por las medidas inevitables que nos van a enseñar lo que es bueno, por habernos creído el cuento de la lechera a precio de saldo, los mismos que ahora reclaman la deuda hipotecada a tanto por ciento multiplicada por la insaciable codicia que domina sus desvelos.
Cuando el becerro de oro reclama su nuevo baño de noble metal, a tanto a escote por cada porteador.
Mientras la ola va arrasando y solo se sabe aguantar la respiración por si logramos que no nos ahogue.
Agarrados a nuestro tablón de mezquinas aspiraciones porque no nos llegue demasiada agua al cuello, por si conseguimos salir de ésta, y que sucumba quien menos pueda o valga, ¡ no te fastidia!, que yo ya me las arreglaré como pueda aunque tenga que comulgar piedras de insolidaridad absoluta, en nombre de la impúdica ambición para sobresalir sobre los hombros de quien sea y que estos queden bien enterrados, para que no hagan competencia y uno. . . vuelva  a poder ser elegido en la nave de los espabilados e inmorales.
En nombre de una justicia que no sea igual para todos aunque presuma de lo contrario y asegure el desequilibrio necesario, mientras a los de siempre nos dan para el pelo. . . por haber creído en un mundo más justo, más igualitario, más libre, más tolerante, más digno, más decente . . . 
“Y por fa”. . . que los orates de la nueva doctrina quiten del evangelio del que tanto se sirven. . . la parábola de la viña . . . porque a qué que el señor de la misma vaya a comprar a todos sus trabajadores de idéntica manera, con igual jornal para los primeros en llegar como para los últimos. ¡Hasta podían llegar los nuevos próceres de la caverna más peligrosa!
Y aún no hemos empezado a tomar dosis convenientes de la medicina que nos han recetado . . . por su bien.
                                                 Torre del Mar 12 – febrero – 2.012. Autor: ANTONIO GARCIA GOMEZ