Porque y con todo ellos están muy a salvo y solo cumplieron con el protocolo y la normativa, por eso carecen de todo sentido y razón de autocrítica, con esa capacidad de gélida de no sentirse concernidos, aunque se vaya derrumbando el edificio, junto a ellos, el edificio que creyeron inasequible a la ruina.
Porque no ven seres humanos donde solo contabilizan réditos u obstáculos electoralistas que puedan revalidar o no su poder.
Mientras ponen de parapeto inofensivo al presidente de la Agencia tributaria, y ¡qué más da!, como para que el sujeto se despache con generalizaciones de barra de bar para culminar, con el ditirambo ocurrente, en esa perfecta definición de la autocrítica inexistente, burda y chocarrera, de “esto es la repera patatera”, y “hay de todo y de todos”. . . para que siga “la vida igual”, porque les va bien la vida a algunos, a aquellos que “saben no darle mayor importancia” al asqueroso escándalo del infumable súperministro de economía y hacienda que era de los suyos, mentor e ideólogo junto a su compadre en jefe, el gran timonel, como para que ahora todo “quiera ser reducido a un asunto particular, personal”, para que “la mierda no vuelva a salpicarles”. . . porque ellos el hedor lo pueden aguantar perfectamente.
Y más porquería añadida hasta tapar la anterior porquería y así hasta enmarañar la inmundicia consentida y acumulada año tras año, como para que a la postre solo quede “la penúltima anécdota indecente e impresentable”, aunque vaya cayendo el “gran Rato”, del que abominan sin muchos aspavientos los hombres y mujeres del PP, haciendo coro alrededor del líder impasible que “se entera por la prensa” para a continuación añadir que “todo va muy bien”.
Y si hay que asegurarlo en sede parlamentaria se asegura porque la ovación de los propios es rotunda y aplastante, como para que nada sea tan importante que merezca la pena otra cosa que un desdén de poca monta.
Torre del Mar abril – 2.015