Al servicio del poder financiero, tan clandestino como voraz, con sus mamporreros, bancos y gobiernos afines, serviles, cómplices y estómagos agradecidas, para explicar lo inexplicable, para justificar lo inclasificable, para llevar a cabo lo miserable, aunque la línea roja haya sido tan pisoteada que ya pueden devastar la dignidad y la decencia entre los más desfavorecidos.
Hasta que la impunidad se vuelva indolora para los miserables erigidos desde su poder que todo lo puede, que todo lo inunde hasta la injusticia más flagrante.
Y por eso mismo se permitirá lo que no se debiera consentir. Aquello que debería desprestigiar a los causantes del atropello.
Cuando un gobierno, una clase política, un congreso, un senado, . . . consiente, autoriza, permite y facilita. . . algo tan horrible. . .como un desahucio de una primera vivienda, . . . y una familia se queda en “la puta calle”, a expensas de su destino condenado a la nada más cruel. . .las listas rojas de la inhumanidad más condenable se han cruzado . . . y ya nada . . . tiene excusa, justificación, coartada. . . y todos quienes consientan y callen. . .serán cómplices y culpables.
Porque las líneas rojas nos competen y comprometen a todos.
Y como los desahucios, un derecho laboral que consiente el despido casi libre, unos salarios de mierda, unas exigencias de trabajo en precario, de semiesclavitud, con un abandono a su mala suerte a los dependientes, con unos recortes salvajes en educación y sanidad para los más vulnerables . . . sabiendo que miles de compatriotas no pueden acceder al calor, a la luz, cuando uno de cada tres de nuestros niños vive en la pobreza. . . y se consiente, se asume y se gobierna. . . como si todo lo anterior fuera secundario. . .ante “el cumplimiento estricto en el pago de la deuda”. . . a los poderosos que supieron prestar . . . sabiendo que la usura era su negocio.
Porque, al fin, viven de la deuda, de la carroña consentida, cebada y abandonada para el engorde de los poderosos que saben . . . que viven de la deuda contraída, impuesta, adosada a los más pobres de los pobres que habrán de joderse . . . hasta pagar el último céntimo. . . cuando ya nadie se acuerde . . . de las líneas rojas.
Cuando ya la visión de un desahucio no afecte a la sensibilidad de nuestros dirigentes. . .¿o mejor a su insensibilidad?
Torre del Mar febrero – 2.015