Leer y descubrir,
leer y asomarse
a la ventana abierta
que es cada libro,
leer y aprender,
leer y conocer,
leer y saber,
leer y compartir libros
que nos enseñan,
leer y comprender,
leer y disfrutar,
leer y abstraerse leyendo
frente al panorama
que se muestra,
que se ilumina,
leer y descifrar el secreto
de los personajes,
en el laberinto de las historias,
en las palabras que desgranan,
página a página,
leer y dejarse abrazar,
leer y dejarse emocionar,
leer y reflexionar
leyendo,
leer y dejarte
abstraer
aquello que leer,
aquello que podemos leer,
leer y penetrar
en cada historia,
leer y desentrañar cada secreto,
tras las quimeras
que se escribieron para
poder leer,
para poder soñar,
para poder imaginar,
leyendo,
embarcados en cada singladura,
en busca de la ballena blanca,
tras el vellocino de oro,
desde la tronera de la lectura
emocionada,
íntima,
adivinando
el final de la oscuridad
para leer y gozar
leyendo,
para leer y ser,
para leer y comprender que se es.
“En Afganistán, tres cuartas partes de la población es analfabeta. Y de esta mayoría abrumadora formaba parte mi madre, que nunca aprendió a leer n ia escribir. Convivir con los libros de mi padre de la misma manera que con los jarrones que teníamos para decorar los estantes; eran objetos que no le despertaban curiosidad alguna”.
Leer para atrapar la intensidad de cada momento, de cada instante, para llegar más lejos, para ver más de lo que vemos, para entusiasmarnos con cada historia, con cada verso, con cada lección, porque hemos sido capaces de descubrir que . . . el vellocino de oro estaba junto a nosotros, que la ballena blanca solo era una entelequia que desesperó al capitán Acab, que las risas, los sollozos . . . forman parte de los avatares de nuestra vida que ya no solo es nuestra.
“Como chico que era, y sobre todo como mujer libre que quería ser, tenía que formarme a cualquier precio”. Nadia que para sobrevivir, en Afganistán, tuvo que disfrazarse hombre.
“Recordaba que mi padre siempre decía que la ignorancia de los hombres era la base de la maldad y de las guerras. Y yo añadí: que también de la marginación y el engaño”.
Madrid – febrero – 2.016