L O S P O B R E S

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En todo caso abundan y «haberlos haylos», de todas clases: pobres de solemnidad, pobres pedigüeños, abandonados a su suerte o desdicha, resistentes a no dejar de ser pobres, ¡los ilusos!.

Pobres humildísimos y pobres bondadosos, pobres reconcomidos y pobres malhablados, rencorosos, tullidos y tramposos.

Pobres caídos en suma desgracia y pobres que malviven. . . sin esperanza. Hay pobres derrotados y pobres que no se rinden.

Pobres que hacen fila, sumisos, por una bolsa de comida, de ropa, y pobres soliviantados contra su negro destino. . .de pobres condenados.

Hay pobres con buena prensa y fotogenia ganadora de premios sobre pobres. Hay pobres impresentables que se gastan en lo que no deben lo poco que tienen.

Hay pobres que dan lástima y pobres que empachan mostrando sus miserias. Hay pobres que viven de la caridad y pobres que reúnen monedas para poder pagar el IVA de sus pequeños gastos corrientes.

Y hay pobres nacionales y pobres foráneos. Hay pobres que son nuestros y los hay que son de quién se haga cargo de ellos. Porque claro que hay quienes distinguen qué pobres merecen colarse y quienes . . .no. Porque hay miserables que repiten el eslogan de que «no hay para todos» y que habrá que elegir entre pobres del país y pobres a quienes aún se podrá humillar más.

Porque entonces estará justificado el goteo calculado de la caridad «bien entendida». En tanto la iniquidad inhumana se enseñorea en los discursos del odio y el miedo, bien amparados por las cruces de los beatos y las espadas de los cobardes.

Para que los pobres terminen abocados a su destino fatal de pobres irredentos, pobres sujetos una u otra fila. . . frente a las ratas que utilizan su desgracia, en beneficio de los sepulcros blanqueados que ostentan poder e hipocresía a partes iguales. Ahora en Tetuán un cubil de miserables pretende que la miseria también puede ser rentable.

Torre del Mar 12 – septiembre – 2.014