La Bestia liquida al Getafe

Luis García, un entrenador aplicado en el estudio del rival, había anunciado que el Getafe acudiría a La Rosaleda, un estadio que comparó con los grandes de la Liga, sin complejos. Sin embargo, desde el pitido inicial, demostró que su verdadero objetivo era el empate sin goles. En la primera parte, el Getafe consiguió desactivar al Málaga y a su poderosa nómina atacante con un juego trabado, espeso, de lava fundente. El cuadro madrileño, con una mezcla eficacísima de repliegue y contundencia defensiva, secó a los ideólogos de Pellegrini: Cazorla y Joaquín.

Los locales, monopolistas del balón, pero ayunos de velocidad e imaginación, apenas lograban encontrar un hueco en la muralla getafense. Una tras otra, las jugadas, que se iniciaban lentamente al toque y con el balón siempre por la hierba, morían antes de llegar a su destino. Las acciones inacabadas propiciaron algún contragolpe, por lo demás romo, de los visitantes, que no llegaron a inquietar a la grada. Una grada en la que faltaba el hincha Manolo Becerra, periodista del diario Sur, fallecido el pasado viernes en la Redacción.

Si el primer acto rozó el sopor, el segundo fue un frenesí. A los 10 minutos de la reanudación y cuando se veía que el Málaga era incapaz de llegar a la puerta de Codina ni siquiera a balón parado, una obra de arte de Pedro León, prácticamente ausente hasta entonces, despertó el encuentro. El extremo, bajo de forma tras un año de castigo en el Madrid de Mouriho, durmió el balón con el muslo derecho y, desde 10 metros por detras de la media luna, lo colocó en la escuadra de Caballero, que había conseguido superar por 50 minutos el récord de imbatibilidad de Contreras en la portería malaguista.

El gol en contra fue el acicate que necesitaba Van Nistelrooy, veteranía y astucia en el corazón del área, para romper su sequía goleadora en esta Liga. El holandés marcó con la cabeza una falta sacada por Joaquín, rematada por Baptista y rechazada por la defensa getafense.

La locura acababa de empezar. Miku, que saltó al campo para sustituir a un desesperado Güiza, aprovechó uno de los raros errores defensivos del Málaga para volver a adelantar al Getafe con un remate de dudosa legalidad entre la cabeza y la mano. Los de Pellegrini, con una marcha más tras la expulsión del visitante Lacen, se volcaron al ataque. Maresca, que había entrado por Joaquín, remató un pase de Isco al filo del minuto 90 y empató. El empuje de fe malaguista tuvo su recompensa con el soberbio golazo de Baptista poco antes del pitido final, que lleva a los locales a dormir por primera vez en su historia como líderes, aunque fuera de forma provisional, de la Liga

Fuente: Diario El País