LA CALIDAD ARTÍSTICA PROPICIA EL MEJOR FESTIVAL DE LOS ÚLTIMOS AÑOS EN OJÉN

Cuando salió David Palomar eran las once y cuarto de la noche. El patio estaba lleno y expectante ante la presencia del joven cantaor gaditano -del Barrio de la Viña-, que está en un momento precioso de su carrera. Elegantemente vestido con terno gris y corbata a juego, arrancó por alegrías de Cádiz que fueron cantiñas. Rafael Rodríguez dando la réplica más flamenca con su toque clásico e imperecedero. Las palmas de Anabel Ribera y Roberto Jaén marcando los tiempos y ayudando para que el aire de la Bahía llegara hasta Ojén. Luego, una creación personal de El Niño del Mentidero, viejo cantaor gaditano que aunque vivo ya no puede cantar, pero David lo reivindicó y nos dejó una muestra de excelente factura por tientos (muy particulares, distintos). En las seguiriyas se amarró los machos, cogió sitio y soltó tres latigazos de sangre directos al corazón del respetable, que despertó sorprendido por tanto desgarro y tanta entrega. Los tanguillos fueron un homenaje a los viejos cantaores gaditanos de los que David se siente, porque lo es, legítimo heredero. Desde Chano Lobato  a Mariana Cornejo, todos pasaron por el escenario. Pero, las bulerías fueron la apoteosis, que hubiera dicho Juana La Macarrona, porque no se puede derramar tanto arte y tan gracia como la que nos dejó David Palomar. Cantó, bailó, escenificó la alegría natural de la tierra con desenfado pero con mucha autoridad artística. Fue su mejor cante. Y en los cuplés, dichos con dulzura y con el sentido desgarrador de la copla, se metió al público en el bolsillo y armó el taco. Sin duda, fue de lo mejor de la noche.

 

Miguel de Tena es uno de los cantaores que más trabajan en los festivales de verano. Está de moda, tiene un público fiel que lo sigue y le exige. Y claro, eso tiene un precio: a veces su voz se nos antoja cansada, quizá porque seamos muy exigentes. Pero, a Ojén llegó muy descansado y con muchas ganas. Y para demostrarlo se arrancó por tonás que remató a compás con la ayuda de las palmas de Joaquín González y Luís Dorado y la guitarra de Patrocinio Hijo, muy conjuntados todos. La malagueña al estilo de Chacón que interpretó la engarzó con dos fandangos abandolaos –Lucena y Granada- cantados a ritmo que enardecieron al público. Cambió de tercio y se puso solemne en los cantes por soleá en un recorrido que transitó de Alcalá a Cádiz pasando por Triana. Demostró conocimiento y excelentes maneras. Y algo parecido ocurrió en el cante por tientos y tangos, interpretados con gran lucimiento y espectacularidad en los tangos, ejecutados con mucho aire y un ritmo trepidante al que la guitarra de Patrocinio contribuye de manera determinante. Y con la granaína al estilo de Vallejo apareció el Miguel de Tena que todo el mundo espera: su gran voz, llena de musicalidad y fuerza. Hoy por hoy no hay nadie que interprete mejor a Manuel Vallejo que el cantaor extremeño. Y así lo demostró también en los fandangos por bulerías del cantaor sevillano, que puso fin a su actuación de más de una hora; pero, antes nos había dejado un cante por bulerías en perfecta armonía con el grupo que le acompaña. Y, a pie de escenario, los fandangos artísticos al estilo de Pichichi y Niño León (qué gran fandango cantó, cómo domina el estilo), Canalejas, etc. Todos los estilos por fandangos caben en su voz única.
 

María Toledo venía por primera vez a este festival emblemático. Estaba preocupada por los gustos del público, pero al final decidió ser ella y ser libre. Cantó lo que quiso y le pidieron. Salió de plata y oro (vestida de fiesta y la belleza dorada de su pelo). Se plantó en el escenario como una artista de hoy, como una mujer libre de prejuicios y con las cosas muy claras. Ella es cantaora, quién lo duda, pero su concepto del cante y la puesta en escena es diferente a otras cantaoras. Es la personalidad que define una verdadera artista. Bulerías calientes para animar al personal fue su primer cante. Los tangos fueron de Extremadura, de Morente, de Pastora y de Granada los que más nos gustaron. Acompasada y valiente y dulce, predispuso al respetable al cante por soleá, recordando viejos estilos que ella conoce a la perfección, pues no en vano viene de una sólida formación como cantaora clásica, que ahora se acompaña con el piano como si fuera una artista completa. Y lo es. Como bien demostró en las alegrías de corte personal. Y en la canción hermosa nacida del desamor, cantada así porque “soy libre y puedo cantar lo que quiero”. Luego, tras un sentido homenaje al gran Manuel Molina, recientemente fallecido, cantó una canción (compuesta por Paco Cepero, creo) que el público le había pedido. Se bajó del escenario con ayuda del alcalde, se mezcló entre la gente y armó la marimorena. Fue una sorpresa muy agradable, desenfadada y cercana que el respetable agradeció con muestras de cariño puesto en pie. En fin, los fandangos finales certificaron el triunfo de una artista que no deja indiferente a nadie.
 

Farruquito es el máximo exponente de un concepto del baile flamenco clásico que viene de muy lejos, pero que él aprendió en la casa del abuelo Farruco. Pero, el joven bailaor ya es otra cosa. Tiene una técnica tan dominada que todo su baile está al servicio de la misma. Tanto que parece como si otros elementos del baile no importaran. Es un bailaor más de pies que de brazos. Toda su fuera está en sus tacones. Es una máquina bailando que a veces nos puede resultar monótona. Baila como quiere y lo que quiere. De tal modo, que la seguiriya, es su seguiriya; las alegrías las baila desarrollando una estructura propia; y la soleá, quizá lo mejor de su actuación, fue un monumento a la casa de los Farruco. Pero, la fama es la fama. Y allí donde actúa arrastra a un público esnob, que cuando acabó su actuación abandonó el festival. El flamenco les aburre, pero les gusta Farruquito.
 
 
Eran las cuatro de la mañana cuando salió a cantar el pontanés Julián Estrada en compañía del guitarrista que mejor lo entiende, Manuel Silveria. Cuando les pilla en vena son un espectáculo. Cual fue el caso. Julián, que fue fijo en los carteles de este festival, llevaba varios años sin comparecer y vino a  resarcir su figura. La malagueña al estilo de la Trini, que remató con un fandango de Juan Breva y un jabegote, calentó su garganta y el ambiente para que el cante por alegrías sirviera de lucimiento a cantaor y guitarrista. Más lucido aún fue el alarde de técnica de Silveria en el trémolo de introducción a la granaína, que recordando a Chacón nos dejó esplendente e impecable Julián Estrada. Y tras la dulzura, el compás exacto y el aire festivo de los tangos. Pero, en los estilos de Huelva por fandangos, que remató con el personal de Paco Toronjo, ya el público todo y sus seguidores fieles, que en Ojén se cuentan por cientos, estaban rendidos a sus pies. Le pidieron que cantara por bulerías y él no se negó. Nos gustó mucho en el cuplé y recordando a Vallejo. Su vuelta al escenario del  “Castillo del Cante” estaba más que justificada.
 

Cancanilla de Málaga cantaba por vez primera en este prestigioso festival. Le tocó bailar con la más fea, la que nadie quiere: cerrar. Antes todos querían ser el último en cantar. Ahora, nadie quiere hacerlo por temor a que el público sea menos o que esté cansado después de tantas horas. Pero, en Ojén las cosas funcionan de otra manera. A las cinco de la mañana todavía quedaba más de media entrada y el público estaba deseoso de escuchar al cantaor de Marbella afincado en Madrid. Salió en compañía del gran guitarrista de acompañamiento Chaparro de Málaga y de los palmeros Niño de Chaparro y Cherif con muchas ganas de agradar. Y lo consiguió. Si en las soleá por bulerías(las que llaman en Jerez “bulerías pa’ escuchá”), un cante que domina como pocos, anunció su grandeza cantaora; en los tientos y tangos dejó ecos ancestrales y formas distintas que sólo a él pertenecen, pues aporta matices y expresión gitana a su cante. Y como es un profesional, con muchos escenarios de todo el mundo a sus espaldas, que conoce todos los recursos del espectáculo flamenco y sabe hacerse con el público a la primera, se plantó junto al guitarrista a pie de escenario, sin micrófonos, y se puso a cantar por fandangos. Emocionó su entrega sobre todo en los estilos de Antonio de la Carzá. La gente lo aplaudía y lo vitoreaba. Él se vino arriba y anunció que iba a cantar y a bailar por bulerías. Y como es un artista completo, cantó y bailó con maestría y mucho arte, dejándose la piel. Probablemente el momento más emocionante de la noche. Entregado y flamenco, la gente se resistía a que acabara, pero eran casi las seis de la madrugada. Por fin, la afición de Ojén se enteraba quién es y cómo canta Cancanilla de Málaga. Un goce para los sentidos.
 
 
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Lugar, fecha y hora: Patio del Colegio Público, 8 de agosto, 23:00 horas. Aforo: Lleno. Cante: David Palomar, Miguel de Tena, María Toledo, Julián Estrada y Cancanilla de Málaga. Baile: Farruquito.Guitarristas de acompañamiento al cante: Rafael Rodríguez, Patrocino Hijo, Jesús del Rosario, Manuel Silveria, Chaparro de Málaga. Piano: María Toledo. Palmas y coros: Anabel Ribera, Roberto Jaén, Joaquín González, Luís Dorado, Niño de Chaparro, El Cherif. Organiza y patrocina: Ayuntamiento de Ojén.