LA COSTURERA

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.e incluso se nos olvidará su nombre, Reshma Begum, y su foto en el momento de ser rescatada, y la costurera que no era Cenicienta volverá a la invisibilidad, junto a su hermana, tan pobre, tan desesperada, tan explotada hasta lo inverosímil, hasta el crimen solapado y protegido, en el cuartucho alquilado de sus penas y secretos, en el taller de costura inhumano y letal, buscando, de nuevo, un trabajo miserable, de a doce horas la jornada laboral, por un miserable salario de hambre.

            Mientras se siguen contando los muertos y los heridos y ya ascienden a 1.070 y 2.500 respectivamente, y nuestras camisetas seguirán siendo adquiridas a precios de saldo, irrisorios, tan modernas, tan variadas que uno nunca se acuerda de dónde y cómo han sido fabricadas. .  .las camisetas de la explotación humana, a 30 euros mensuales los sueldos de la iniquidad  más inhumana, sin seguridad alguna de enfermedad, de accidente, de jubilación, en el confín de la explotación brutal y bien rentable, en el país del crecimiento imparable . . . , en el Pakistán del futuro de los negocios que no declaran, para el mundo “civilizado” que agoniza y aún se cree en la cresta de la modernidad y el despilfarro.

            Cuando resulta que por 10 céntimos más por camiseta se lograría mejorar decididamente la seguridad en el trabajo de los parias de la tierra, y hasta doblar y triplicar su sueldo. . . 10 céntimos más o menos, para que los dueños de tan pingües negocios también arrebataran, .  . . tal vez para redondear beneficios, para acallar conciencias propias, tan sensibles, absolutamente insensibles . .  . en la confianza cateta e ingenua de que hubieran podido tener el objetivo beneficioso. .  . que soñamos.

            En tanto seguiremos contando el cuento de La Cenicienta. .  .con un final feliz, junto al príncipe bueno, . .  .tal vez para tranquilizar a nuestros hijos, también felices y despreocupados, sin que sepan nada de las costureras en las antípodas de nuestra inmoralidad ¿inocente?, ¿culpable?. . . como cuando tampoco queremos saber mucho de los 40.000 desahucios producidos más cerca de nosotros, en nuestro país, este último año, más de 100 desahucios diarios, sin que nos duelan más de lo asqueroso y mezquino, por llamarnos  a andanas, cuando se trata de la vida o la muerte, sí  o sí, de nuestros vecinos que sucumbieron a la idolatría que les predicaban y mal vendieron. Por el débito debido  y consagrado al  gran fraude que ahora devolverán con creces, a la gran y burda estafa que los ha endeudado de por vida.

            Sin que tampoco nos importe demasiado mucho  o poco la desgracia de la costurera Reshma Begum . . . a pesar de haber sido rescatada del horror de la inhumanidad más sangrante, casi en directo, en color, sin el hedor de la pobreza y el miedo insuperable, por el negocio de los redondos, el mismo que explota a los parias de la tierra y que echa a la calle a quienes creyeron que podrían llegar a tener una vivienda propia.

            Sin que nos avergüence más de lo imprescindible para atesorar unas gotas de calculada indignidad . . . tal vez para sentirnos  a salvo, después de todo, mientras volvemos a contar el cuento de La Cenicienta con final feliz a nuestros pequeños para que no se desvelen, para que puedan dormirse en la falsa confianza de que todo irá bien, .  . .como le fue a la Cenicienta del cuento . .  .mientras  la costurera en Bangladesh ya se repone, seguro, dispuesta a volver ser explotada por seguir viva. . . hasta que su dios, la buena o la mala suerte, su propia resistencia . .  .lo permitan. .  . y ya no nos interese volver a acordarnos de ella.

 

                        Torre del Mar 14 – mayo – 2.013