La cuarta descentralización: el poder para los distritos
EN el Pleno del pasado 29 de septiembre, el Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Málaga con María Gámez a la cabeza, presentaba moción instando a la creación de un grupo de trabajo que abordara “un nuevo modelo de desconcentración del Ayuntamiento a favor de los distritos municipales”.
EN la introducción de dicha moción se censuraba al equipo de gobierno de Francisco de la Torre que, durante las legislaturas en que el Partido Popular ha venido ostentado el bastón de mando de la ciudad, los distritos no habían tenido prácticamente competencias ni recursos; ni las juntas que los encabezan habían logrado su inicial objetivo de aproximar la política municipal a los ciudadanos.
PARA ello proponía el Grupo Socialista convertir las juntas de distrito en órganos próximos y resolutivos que mejorasen la gestión del consistorio.
EL Partido Popular votaba en contra.
CON ello se recogía la voz de la calle que pocos días antes se había manifestado en la prensa denunciando que en los primeros 100 días del nuevo mandato, no se hubiesen convocado ninguno de los distritos de la ciudad, en lo que calificaban de tiempo perdido para Málaga en el que únicamente se había aprobado el PGOU y se había hablado de la Feria. Federaciones de Asociaciones de Vecinos como “Unidad” y “Solidaridad” volvían a insistir en la casi nula facultad de decisión que a los vecinos se daba con el actual Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana, las escasas atribuciones que el concejal de cada distrito tenía asignadas, y los pocos recursos que al funcionamiento de éstos se destinaba.
BASTE una somera lectura del ya citado Reglamento para comprobar las muy limitadas competencias y poderes que a los Consejos de Distrito se confieren por parte de nuestro Ayuntamiento y comprobar que, en efecto, éstos distan mucho de ser “el órgano ejecutivo territorial para la desconcentración de la gestión municipal” (art. 101 R.O.P.C.) para el que fueron creados.
EN la búsqueda de una solución definitiva a la frustrada demanda de colectivos y asociaciones vecinales que quieren participar de una forma más directa en la toma de decisiones que afectan al territorio en que se desenvuelven, el equipo de María Gámez planteaba, y brindaba al Partido Popular su colaboración para ello, la necesidad de generar “un debate amplio y valiente” sobre la tan necesaria desconcentración, proponiendo construir un “nuevo modelo de distritos para el futuro” que asumiendo competencias y funciones de las que hasta ahora carecían, acercaran la administración municipal al ciudadano, ganando con ello rapidez, eficacia, y agilidad.
SE pusieron sobre la mesa como ejemplo, los de ciudades como Estocolmo, Madrid y Barcelona, urbes entre otras, donde más se ha avanzado en el dicho proceso de desconcentración.
ME pareció acertado, y creo que merece la pena detenernos siquiera brevemente en el análisis de sus respectivos modelos, pues en su experiencia se advierten pasos que convendría no ignorar si queremos avanzar en el camino hacia una gestión local moderna y ágil que en el futuro ofrezca una respuesta rápida y eficiente frente a las demandas y retos que los nuevos tiempos plantean y plantearán.
TRAS la reordenación de los distritos (Kommun) en Estocolmo, llevada a cabo en 1998, la ciudad pasó a tener los 18 actuales, con competencias aquí impensables con el actual Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana, que abarcan responsabilidades en las escuelas primarias de sus respectivos territorios, amplísimo margen de maniobra en materia de asistencia social y en la gestión de los medios culturales locales.
DISTRITOS como el de Kista, cuyos gestores hasta ahora han destacado especialmente por su eficacia, lograban convertirse, superando incluso barreras nacionales, en referente mundial en el sector de las nuevas tecnologías y de la información, constituyéndose en sede de empresas internacionales como Ericsson, Electrolux y Astra Zeneca, dada la decidida apuesta hecha por sus habitantes, de dirigir los esfuerzos de la Kommun, principalmente a captar el establecimiento de gigantes de dicha industria. El resultado, en calidad del empleo y los servicios, y con ello la calidad de vida de los vecinos de Kista, no se hizo esperar.
EN Madrid, dividida en 21 distritos, se apostó decididamente por la desconcentración de los servicios y competencias municipales a favor de los mismos, con competencias tan diversas en materia de cultura, juventud, deportes, movilidad y transportes, obras y espacios públicos a favor de los concejales presidentes de las juntas de distrito, que éstos, directamente, sin necesidad de esperar al visto bueno de un alcalde que puede demorarse meses en tomar una decisión, han asumido funciones como el fomento y el desarrollo de fiestas y actividades culturales en su territorio (campamentos, visitas turísticas, campañas de cine, teatro, música y danza, autorización de la celebración de actos deportivos, procesiones, etc.); en materia de vía pública; de obras y medio ambiente (con competencia para realizar las actuaciones necesarias para garantizar el desarrollo de las fiestas populares y otros acontecimientos, así como realizar actuaciones en ferias y mercadillos, incluido el otorgamiento de licencias de ocupación de terrenos por feriales, espectáculos u otros actos comunitarios al aire libre…); en materia sancionadora por infracción de la normativa sobre espectáculos públicos y actividades recreativas, por omisión de condiciones de salubridad e higiene exigibles, por incumplimiento de las condiciones que garanticen la accesibilidad de minusválidos a locales y establecimientos, por incumplimiento de insonorización de los locales, por incumplimiento de horarios de inicio y cierre de la actividad hostelera, y por falta de limpieza e higiene en la misma; en materia urbanística: cese y clausura de actividades sin licencia para ello, precinto de las mismas, medidas correctores para el ejercicio de actividades y funcionamiento de instalaciones que infrinjan la normativa urbanística, dictar órdenes de ejecución de obras de conservación de inmuebles, y ordenar la demolición o reconstrucción de determinadas obras.
LAS atribuciones de las juntas de distrito llegan hasta el extremo de poder asignar y cambiar la denominación de vías y espacios públicos, conjuntos urbanos, edificios singulares, parques y mercados municipales, y centros y edificios municipales adscritos al territorio, participando en ello y decidiendo, obvio es, los vecinos con representación en sus consejos.
LOS concejales presidentes de dichas divisiones territoriales de la capital, pueden incluso resolver, con carácter previo a la vía laboral, las reclamaciones planteadas por el personal que presta servicio en el ámbito del distrito respecto de los actos dictados en el ejercicio de competencias atribuidas a los órganos del mismo, así como de las reclamaciones previas a la vía judicial civil.
DE igual forma, tienen atribuciones directas para el otorgamiento de ayudas económicas y subvenciones con cargo a los programas presupuestarios del distrito, y pueden adaptar a las necesidades del mismo, los planes en materia de familia y servicios sociales. Ostentan asimismo, la gestión de centros para mayores, comedores y demás equipamientos de servicios sociales municipales, más la ayuda a domicilio de personas con discapacidad, y la atención personal y doméstica a las mismas, y los llamados centros de día.
HASTA qué extremo no se llevará a cabo dicha desconcentración, cuando en las Juntas de distrito se pueden tramitar, y resolver, hasta licencias urbanísticas en todo tipo de suelo (urbano, programado, etc.).
CON dicho abanico de competencias en su territorio, el vecino de distritos alejados del centro como Campanillas, Churriana, Puerto de la Torre… y de la centralidad de las dependencias municipales generales (Urbanismo, Vía pública, Comercio, Consumo…) podría llevar a cabo prácticamente todas las gestiones que necesitare de la administración local sin la pérdida de tiempo y las molestias que le supondría tener que desplazarse, buscar aparcamiento, etc., al centro de la ciudad para llevarlas a cabo. Claro es que con dicha medida se ganaría en rapidez, eficacia y cercanía en la gestión municipal que, además por atender a las particularidades propias de cada distrito, ofrecerían una respuesta más adecuada a la demanda ciudadana.
CLARO es también que el acometimiento de dicha revolución en el modo de gobierno y organización de la ciudad, habría de conllevar la dotación de medios personales y materiales necesarios para ello, debiendo acompañarse de una gestión autónoma en el presupuesto destinado a cada distrito en función de su población y necesidades particulares, en el que las asociaciones de vecinos y diferentes grupos políticos, habrían de tener voz y voto. Solo así los consejos de distrito, podrían llegar a convertirse en verdaderos gobiernos de proximidad que convirtieran a los concejales en “alcaldes de distrito”, sin perjuicio de la existencia (propuesta hecha en Sevilla) de una Tenencia de Alcaldía de Coordinación Territorial que estableciese unos mínimos estándares de unificación, resolviera los conflictos de atribuciones que pudieren suscitarse, sirviera como órgano de enlace entre los distritos y las diferentes áreas de gobierno, etc.
NO es descabellado lo que propone el Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Málaga, cuando el propio Partido Popular, en la última campaña electoral que llevó a Zoido a la alcaldía de Sevilla hizo bandera de la “desconcentración municipal”, proponiendo que el consistorio hispalense delegase en los distritos las competencias en materia de conservación y mantenimiento de los colegios públicos de sus respectivos territorios; en materia de obra menor de reparación en viviendas; de gestión de centros cívicos; de inscripción de parejas de hecho (por qué no, añado yo, la celebración de matrimonios civiles); identificación y autenticación electrónica; control del cumplimiento de los contratos de mantenimiento; podas y talas de árboles y arbustos; instalación de cubas en la vía pública, licencias de ocupación de la vía pública, por comerciantes ambulantes, hostelería, e inspección de la observancia de las ordenanzas municipales; concesión de licencias para la instalación de badenes, publicidad, etc.
PROPUESTO por su homólogo y perteneciente a su mismo partido, Juan Ignacio Zoido en Sevilla (insisto), y tachado de algo poco menos que descabellado por De la Torre en el pleno del Ayuntamiento de Málaga, y votado en contra por su equipo de gobierno, ha sido, de momento, otra oportunidad perdida para Málaga. Otro tren perdido para la ciudad en el viaje al futuro del municipalismo al que ya se han subido, con éxito, ciudades como Barcelona y Berlín, y otras muchas del cono sur americano.
TAL vez por ello, y por encarnar un municipalismo nuevo que no es el que encarna desde hace mucho tiempo ya Francisco de la Torre, Zoido logró alzarse con la presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias en detrimento de aquél. ¿O no?
Fuente: Por Manuel Huertas
Abogado penalista