La desigualdad ha de ser notoria e insalvable para que el poder pueda asentarse sin correr el mínimo peligro, precisamente para que los poderosos puedan exhibir su poder incuestionable sobre sus huestes de vasallos, súbditos, oprimidos. . .tan admiradores, ¡qué otra opción!, ante tanto despliegue de sumo poder que no habrá de cuestionarse, porque no tiene por qué cambiar nada que roce y ponga en peligro, siquiera un instante, el poderío inatacable, sublime e infalible, en aras de las verdades reveladas y dictadas, por decreto de ley, por el rodillo legalista e insensible, sobre el común de los desgraciados y parias que bastante tendrán con ser eternamente serviles y agradecidos.
Los poderosos ricos y los ricos poderosos sobrevolarán la desigualdad más injusta e injustificable, precisamente, para que la distancia entre los de arriba y los de abajo se mantenga en estado creciente, voraz e insaciable.
Para que la riqueza insensible y el poder inclemente mariden a la perfección en aras del bien propio, sin necesidad de atender al populacho que bastante habrá de sobrevivir malamente, por merecimientos propios o ajenos, por haberse dejado hundir en el pozo de la desesperanza absoluta, a expensas del arbitrario desdén de los poderosos y ricachones . . .porque de ellos es el mundo que habitamos, que es el que ellos construyen a conciencia, para ponerse a resguardo, ¡qué carajo!, mientras el resto habremos de arreglárnoslas a la intemperie.
¡O qué nos creíamos! que todo era producto de la casualidad, cuando resulta que todo estaba absolutamente planificado.
Porque el despliegue de las evidencias suele tener un efecto demoledor en la realidad que disimulan o niegan, aunque no acabemos de creérnoslas o sí, porque es imposible que nos sigan engañando con tanto descaro.
Porque aunque busquen lo contrario, a menudo, se logra concitar la justa ira contra la evidencia que tachan de “presunción”, siempre presunción inevitable, por siempre presunción que acabe con la verdad, con la vergüenza, con la desvergüenza de quienes creen que aún pueden seguir haciendo, mintiendo y avasallando sin límite.
Porque la desigualdad implantada y consentida permitirá el desarrollo hacia atrás de una sociedad perdida en “la ley de la selva” donde el sálvese quien pueda supondrá el gran sostén de los poderosos y ricos que jamás tendrán bastante, porque siempre pretenderán esquilmar, y esquilmar, y esquilmar. . .
Torre del Mar 16 – enero – 2.014