El preciado boquerón, insignia gastronómica de la provincia, podría ver peligrar su continuidad en las aguas de Málaga.
La explotación de los caladeros y la contaminación han situado a la especie en una situación de declive, según enuncia Andrés Alcántara, coordinador de la relaciones institucionales en España de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).
Las expectativas previstas para los próximos veinticinco años en el Mediterráneo no son nada halagüeñas. A la polución y a la actividad humana, se unen los efectos del tan cacareado cambio climático, entre los que figura la alteración de hábitats y el desplazamiento de los animales. Unos factores que podrían poner en jaque a especies tan paradigmáticas como el boquerón.
A este respecto, Alcántara incide en la saturación de los caladeros, en los que ya se han registrado los primeros síntomas de retroceso. Una situación que se podría mitigar con la creación de espacios protegidos marinos, iniciativa que colectivos como UICN o Aula del Mar tratan de promover entre las instituciones.
No obstante, el especialista reconoce que la habilitación de estas áreas es más costosa en las aguas que en la superficie, aunque puede resultar rentable. En este sentido, Alcántara alude al ejemplo de países como Italia o Grecia, donde los espacios protegidos se utilizan como reclamo turístico y ya han empezado a reportar beneficios económicos.
Este tipo de medidas, a las que se une el control de la pesca de arrastre, podrían resultar vitales, ya que el boquerón no es la única especie que se enfrenta a la amenaza.
Los colectivos conservacionistas ponen el acento en los cetáceos y en variedades como el marrajo, que ha visto diezmada su población en las aguas del Mediterráneo. Una decadencia que es doblemente peligrosa, porque, como señala Alcántara, el estado de estas especies suele ser indicador de la situación del ecosistema. Otro tanto ocurre con el atún rojo, bastante mermado en la zona. No obstante, no todo son malas noticias. En los últimos años, el compromiso de los gobiernos ha experimentado una leve mejoría, sobre todo, si se atiende a medidas como la prohibición de la pesca por debajo de los mil metros, que suele ser letal para la escala alimenticia.
Todas estas cuestiones fueron puestas recientemente de relieve con motivo de la Semana del Mar, que organizó el Aula del Mar con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente, la Diputación, el Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria y la Universidad de Málaga.
Durante el encuentro, según explica Juan Jesús Martín,miembro de la organización, se analizaron problemas como la voracidad inmobiliaria a orillas del Mediterráneo y el temor a que se exporte a países como Túnez o Marruecos.
Además, se elaboraron diferentes propuestas, entre las que destaca instar a las instituciones para que no permitan cambiar la calificación de los terrenos litorales que quedan sin construir.
LA OPINION DE MALAGA