ALFONSO VÁZQUEZ Una sección diaria como esta no sólo constata esas situaciones que se estancan durante décadas en Málaga (véase el caso de los solares abandonados en La Trinidad) sino que, también, da cuenta de problemas felizmente solucionados.
Los vecinos de El Palo y, en concreto, los alumnos del conservatorio de música de la calle Practicante Fernández Alcolea, ya pueden acudir a clase con tranquilidad. Desde hace poco tiempo ya no tienen pegado a la pared de sus clases un solar mugriento y ‘abatido’. Más de una vez el firmante de esta sección se pateó el solar, crecidito de plantas y basuras, con la sensación de que pillaría el tifus en cualquier descuido.
Piensen en esos niños: acudían a clase con sus instrumentos de música, concentrados en un concierto de trompa de Mozart, y se topaban con medio bidé y un hombre cantando (con otra ‘trompa’ encima).
Corramos un tupido velo para ocultar el pasado y desvelemos el presente, porque la situación ha cambiado por completo. Donde tenía sus dominios el solar mugriento hay ahora una preciosa plaza en forma de ‘ele’, con un parque infantil instalado por el Ayuntamiento.
Escoltan el parquecito ocho preciosas palmeras, en principio inmunes al picudo rojo, así como varios parterres y bancos para disfrutar de este espacio.
A la hora de hablar de los funestos años 60 y 70, se menciona mucho la Carretera de Cádiz como símbolo de degradación urbanística, pero El Palo también sufrió como pocos barrios el urbanismo ‘Made in Málaga’, o lo que es lo mismo, la ‘merdellonización del territorio’, con bloques de alturas y terminaciones grotescas, abundancia de cemento y desplazamiento de zonas verdes. La placita le viene como anillo al dedo.
La actuación la ha completado el plan Zapatero, que ha aprovechado para conectar la calle Carlos Frontaura (que terminaba en el solar) con la calle Mar. Hay que felicitar al Gobierno y al Ayuntamiento por haber eliminado un paraje infecto, convertido ya en un espacio digno y bonito.
Fuente: La Opinión de Málaga