No cambiamos, ni siquiera en la era Internet; persistimos en el país de Ortega y Valle-Inclán. Recordemos la obra mas emblemática de este último (`Luces de Bohemia´) cuyo personaje principal (un poeta ciego en paro) hace un viaje hacia la nada en medio de una miseria moral y económica insoportable aliviada por el aguardiente de baja calidad, la mala literatura y la beatería del momento.
Es evidente que no tuvimos revolución Francesa. Y lo poco que hubo lo combatimos con el “Vivan las caenas” a la vuelta del Borbón felón (Fernando VII), ¡ah! y con la caza del afrancesado. Siempre fuimos muy castizos y defensores de la reserva espiritual de Europa. ¡No levantamos cabeza! Seguimos teniendo fobia a la palabra Ilustración y a nuestros ilustrados se le denomina “movilizados externos” cuando tratan de buscarse la vida en Alemania u otros países demandantes de empleados cualificados.
Ahora, la preocupación por el bien común se sustituye con la mentira ya sea a través de programas electorales o bien a través de los múltiples medios de quienes se creen nuestros dueños y señores y para quienes solo somos pecheros de sus vicios y caprichos.
Antonio Caparrós Vida