JOSÉ ANTONIO SAU. MÁLAGA Antonio Vallejo-Nágera era el jefe de los servicios psiquiátricos militares y director del gabinete de investigaciones psicológicas de los campos de concentración de Franco. Imbuido de las teorías raciales de Hitler, quería estudiar, con el beneplácito del caudillo, los fundamentos biológicos del marxismo.
El profesor de la Universidad de Barcelona Ricard Vinyes, junto a Montse Armengou y Ricard Belis, publicó hace años el libro ´Los niños perdidos del franquismo´. En uno de sus trabajos anteriores, ´Irredentas, las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas´, narra las peripecias del psiquiatra del régimen que, para experimentar con sus teorías, vino hasta la cárcel de mujeres de Málaga e investigó a 50 de ellas, 30 condenadas a muerte.
Vallejo pensaba que factores externos a la persona destruían la hispanidad y detectó en esas presas, en plena guerra, complejos de inferioridad y resentimiento. Así formuló la teoría de la eugenesia social, ya probada con éxito en la Alemania nazi. Este pensamiento abogaba por apartar a los tarados de la sociedad -republicanos y comunistas-. "En todo resentido existe un marxista auténtico", llegó a decir.
Bajo el auspicio de este marco teórico, los hijos eran separados de sus madres para ser educados bajo el paraguas de Falange y sólo podían darles el pecho una hora al día. Más adelante, propició que miles de pequeños huérfanos fueran recluidos en centros del Auxilio Social, hospicios y colegios vinculados a la Iglesia para su reeducación. Y, anticipando en decenas de años lo que ocurrió en Argentina, muchos de ellos fueron entregados a familias adeptas al Régimen.
A estos chicos se les conoce como ´los niños perdidos del franquismo´, un segmento social sin memoria ni identidad que puede ser calificado como ´la generación robada´ -denominación que se da a los niños aborígenes australianos separados de sus padres para ser reeducados-.
El investigador y ex presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Málaga, Francisco Espinosa, afirma, basándose en el libro ´Los niños perdidos del franquismo´, que en Málaga, a finales de 1943, había 350 niños y niñas internados en los centros especiales del Patronato de la Merced. "Sus padres habían perdido la tutela y fue el propio Estado el que publicó la lista de centros", señala.
Sólo en la provincia había 13 colegios de este tipo. En España son 10.575 niños los que vivían en los centros de la Merced a comienzos de la posguerra, según las investigaciones de Vinyes. Ahora, el juez Garzón ha remitido a los juzgados decanos de siete provincias, entre ellas Málaga, un auto del 26 de diciembre en el que se insta a investigar qué ocurrió con esta generación. "La dictadura franquista pudo haber propiciado la pérdida de identidad de miles de niños en la década de los años 40", apunta el magistrado. Éste se ha inhibido en favor de los juzgados territoriales después de que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional tumbara su investigación.
Además de esos 350 niños de Málaga, a cuyas familias se pasó por las armas, hay que sumar los que se encontraban en los orfanatos y en los centros de Auxilio Social, así como a aquellos que fueron entregados a familias de reconocida filiación falangista. "Dar un número concreto de los niños sin identidad que acogió el Régimen en Málaga es sin duda una temeridad y no sería ajustado a la realidad", señala Espinosa.
Emilio Silva, periodista e investigador, ha editado recientemente el libro ´Las fosas de Franco´ (Temas de hoy), junto a Santiago Macías. Este destacado experto recuerda que en toda España pueden ser, como mínimo, unos 30.000 niños los separados de sus familias y señala que, incluso, "se creó una arquitectura teórica para justificar esto".
"Muchos niños eran llevados a los centros de Auxilio Social -dependientes de la Sección Femenina de Falange- y recibían asistencia con el objetivo de apartar de ellos el gen marxista. También eran llevados a centros de vagos y maleantes o a hogares dependientes de la Iglesia católica, según las edades. Yo conozco casos en los que arrebataron niños a familias protestantes", explica Emilio Silva.
"El problema es que en España se destruyeron muchos documentos durante la Transición. Es todo muy complejo y cuantificarlo es muy difícil. En el Archivo General de Documentación pueden quedar miles de documentos almacenados que aún no han salido a la luz", apunta.
En Pamplona, relata, se dio un caso muy extraño: varios de estos niños robados comenzaron a recibir cartas en las que se les explicaba su verdadero origen.
Analogías. Este autor apoya decididamente la investigación del juez Baltasar Garzón, que ahora tendrá que ser completada por los juzgados de Instrucción de cada provincia.
"Casos similares acaecidos en la dictadura argentina tumbaron la Ley de Obediencia Debida. Allí han sido hallados 72 niños -ahora ya adultos- e incluso los colectivos ponen anuncios en los medios para dar con ellos", reflexiona.
Silva ha localizado un documento de Falange en el que se habla de una especie de operación rescate de estos niños en Rusia y otro escrito en el que un cura le escribe una carta a una familia en la que le explica cómo borrar el origen verdadero de una persona.
Este escritor, pionero en la lucha por la Memoria Histórica, está convencido de que sólo en relación a los sucesos de la Carretera de Almería debe de haber cientos de niños huérfanos que después fueron reeducados por el Régimen.
Casos concretos. En Málaga hay dos historias significativas: el de un chico cuyos padres y hermanos mayores fueron fusilados. Su hermano pequeño y él mismo ingresaron en un hogar de la Falange.
Otra señora del Rincón fue ingresada por su madre, junto a su hermanita, en San José de la Montaña. Nunca volvieron a saber nada de los progenitores. Al padre, incluso, le impidieron trabajar en su profesión habitual. La generación robada puede ahora recuperar su identidad. El problema es que muchos ya no quieren volver a andar sobre aquellos pasos ahogados en sangre y olvido.
Fuente: La Opinión de Málaga