Recurrida, por la versión más acomodada, a tanto la triquiñuela infumable, aguantando las arremetidas de la chusma que exige justicia, ¿qué justicia?, la convenida, cocinada, macerada, lenta, muy lenta, en manos de especialistas legales que saben ralentizar . . . la justicia a modo.
Entre facinerosos, filibusteros, gente de prosodia, compañeros de pupitres, amiguitos del alma, compinches de élite, hombres y mujeres de estado, de poder, ocupando puestos y poltronas, sitiales y estrados, tribunas e instituciones, hasta lograr que nada llegue a entenderse como fue, como laminó, como devastó. . .
Mientras se cargaban las tintas exculpatorias, desde las altas alturas del poder, culpando, argumentando que fuimos nosotros, los paisanos de a pie, viviendo “por encima de nuestras posibilidades”, mientras ellos trincaban y rapiñaban, confabulaban y establecían fidelidades imperturbables.
Sin que nada cambie, el tiempo a favor de los facinerosos, en pleno ejercicio anestesiante, porque todo vale, desde el robo manifiesto de tanto prócer distinguido, desde los Blesa, Rato, Urdangarín, Granados, . . . venidos muy a menos a nada que el tiempo vaya cicatrizando y el olvido se haga cargo del sobreseimiento cruel y miserable, hasta la desvergüenza del caso YAK 42 y el pecho cargado de condecoraciones del señor Trillo, abrigado por los suyos, en un ejercicio pleno de compañerismo insensible e inhumano.
Mientras sigue la desidia de una ciudadanía . . . ocupada ¿en sobrevivir?, en ¿intentar salir de la pobreza a pesar de haber encontrado trabajo?.
Hasta dejar en cueros a la “Historia que nunca fue” . . . como nunca sucedió, ¿con nuestra responsabilidad incluida?.
Torre del Mar enero – 2.017