En el Valle de los Galanes las falsas acacias de troncos oscuros y nervudos dieron nombre a la playa de las Acacias, que se extiende desde el arroyo de los Pilones hasta el arroyo Jaboneros, entre las playas de Pedregalejo y El Palo.
Ocurre algo parecido en la paleña calle Marcos Zapata, cuyos árboles la han convertido desde hace décadas en el Carril de la Pimienta por los falsos pimenteros que montan guardia a los lados, con más años ya que Matusalén.
Lo de falsas acacias no es quitarles mérito alguno, es una de las denominaciones de la robinia, aunque también se le llama acacia de flor blanca. El caso es que, técnicamente, no pertenece al género Acacia. El árbol, originario de Estados Unidos, fue traído a Francia por el botánico Jean Robin (de ahí lo de robinia), en los tiempos en los que Cervantes escribía El Quijote.
Sus racimos de flores blancas y duras, con la textura de la cera, eran muy apreciadas por los niños del barrio, que los comían y, decían, tenía un leve sabor a queso.
Esta semana, Magdalena, una vecina del barrio, alertó de que el Ayuntamiento había talado tres viejas acacias de las que dieron nombre al Paseo de las Acacias, hasta los años 70 un paseo terrizo rodeado de casas bajas y huertas que desembocaba en la playa del mismo nombre.
El director de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez del Álamo (fíjense en el apellido), informó el miércoles al autor de estas líneas de que los árboles se encontraban podridos por dentro y con el «estrés hídrico» del verano, había riesgo de que se desplomaran. De hecho, a pocos metros de estos veteranos árboles, de los que ya hay fotos en los años 50, se cayó encima de un coche un ailanto o gigantón en la avenida de Juan Sebastián Elcano.
La pregunta del millón es si el Ayuntamiento va a dejar los tocones como recuerdo botánico o si va a plantar de nuevo estas robinias o falsas acacias.
Javier Gutiérrez del Álamo aseguró que Parques y Jardines las plantaría en octubre. Sería de agradecer que este compromiso se hiciera realidad este otoño para que el Paseo de las Acacias y la playa de las Acacias siguieran teniendo algo de sentido y no se conviertan en unos ecos botánicos más de nuestro callejero