Cuando el cementerio de San Rafael se convierta en un parque, un gran panteón guardará los restos exhumados de las fosas comunes de represaliados durante la Guerra Civil y la Dictadura franquista. En una gran placa figurarán los 4.500 nombres hallados en los archivos y, de esta manera, los familiares recuperarán 70 años después un final digno para estas víctimas de sus ideales.
Así se terminará un trabajo que comenzó hace años, primero con la investigación documental y luego, con las excavaciones sobre el terreno. Sebastián Fernández, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, comenzó en octubre de 2006 el trabajo de campo, sustentado gracias a un convenio entre el Ministerio de la Presidencia, la Consejería de la Presidencia de la Junta, el Ayuntamiento de Málaga y la Universidad. El equipo de arqueólogos contaba ya con la información de que Francisco Espinosa, antiguo presidente de la Asociación contra el Silencio y el Olvido y por la Recuperación de la Memoria Histórica, había recopilado del Archivo Histórico Provincial, del Juzgado Tocado Militar y del Archivo de la cárcel.
"Fallecido por herida de arma de fuego", así reza en los papeles los fusilados, que se fueron depositando en fosas abiertas para la ocasión en el cementerio de San Rafael. Los primeros condenados a muerte fueron ajusticiados el 8 de febrero de 1937. Desde ese día hasta los años 50 las fosas se fueron colmatando de cadáveres. En los trabajos, que acaba de concluir, se han hallado 2.840 cuerpos. En el resto del camposanto se han realizado catas y pruebas geofísicas sin resultado.
El Instituto Geofísico de la Universidad de Granada realizó un estudio que determinó la zona de dos fosas de las nueve excavadas. Se retiraron escombros y tierra hasta un metro por encima de los restos, que se encontraron a cuatro metros de profundidad. "Lo primero que vimos fue una capa de cal con la que se rociaban los cuerpos para prevenir epidemias, esta cal en contacto con el agua hierve y hace que tejidos y pelo desaparezcan y que los huesos se abran", explica el director del proyecto. A través del número real por estratos y cotejando esta información con la documental, "podemos aproximarnos a su identificación", añade Fernández. Junto a los cuerpos también se han encontrado objetos personales, sobre todo de metal, como medallas y crucifijos, monedas, boquillas de fumar, peines, las gafas de un invidente, un revólver del XIX encasquillado y, algo curioso, un dominó labrado en una caña.
Estas enormes tumbas comunales, de unos 3 por 10 metros, ocupaban el 20% del camposanto. En ellas no sólo acabaron fusilados o muertos por garrote vil. También mujeres encarceladas (sobre un 8% del total), hombres que se suicidaron en prisión y unos 40 niños, al parecer, hijos de represaliados que murieron de hambre, frío, cólera o tifus en la calle. También se han encontrado heridos de metralla a causa de los bombardeos. Comenta Sebastián Fernández que en el Patio Civil, donde se han extraído 279 cadáveres, se han visto "las imágenes más patéticas de las excavaciones, maniatados con alambres, muchos muertos por garrote, torturados, porque era el sitio en el que acababan los que no querían confesarse, suicidas o representantes políticos". En las fosas de 1937 también han aparecido casquillos de bala, lo que denota que fueron asesinados al pie del hoyo.
Con la ayuda de unos 170 voluntarios, se ha medido la estatura total o de los huesos largos, las particularidades de cada resto, como amputaciones o síntomas de tortura, y en una ficha ha quedado documentado el sexo, al edad aproximada y los objetos personales, junto a la descripción del nivel donde fueron encontrados y una fotografía individual. Los restos se han depositado en cajas individuales a la espera de una posible identificación.
Más de 400 familiares directos de fusilados están dispuestos a ceder muestras de saliva y sangre para cotejar con el ADN de los restos, aunque de antemano se presume algo difícil por la acción que la cal ha podido hacer en los cuerpos. El departamento de Medicina Legal y Forense de la Facultad de Medicina está llevando a cabo esta ardua labor y ya ha recogido más de un centenar. "Si se logra una identificación perfecta, el familiar podrá retirar los restos y darle sepultura donde considere", dice el directo de la excavación.
En la actualidad, y hasta que descansen definitivamente en su lugar definitivo, los restos se someten en Parcemasa a nuevas investigaciones. En febrero, entregarán el informe de estos trabajos que han rescatado del olvido el mayor conjunto de fosas comunes de España de la Guerra Civil y el franquismo.
Fuente: Diario Malaga Hoy