Naturalmente ninguna de estas recomendaciones/obligaciones fue llevada a cabo de modo sistemático, entusiasta y curricular, aunque se diga lo contrario, se haga memoria de "lo bien que se hace desde la docencia institucionalizada".
Desde el primer año de mi carrera docente hasta el último, en todos los encuentros del profesorado de Primaria con el de Secundaria, éstos siempre pedían a los primeros que "sólo pedían" que se trabajase la lectura comprensiva, "nada más y nada menos". Por supuesto que jamás he visto o comprobado que esa petición se llevase a cabo en las escuelas de Primaria. Aunque se diga, se jure y perjure lo contrario. El programa estaba por encima de toda consiuderación y el papeleo, sobre el que se despotricaba, motivo de ocupación y preocupación.
Hace pocos días una n iña de siete años nos puso a todos "en nuestro sitio", desenfocados, puestos en el disparadero de la incompetencisa de base. Recuerdo muy bien como muchos compañeros míos "no tenían tiempo"" para dedicarlo a la lectura. Es decir jamás vivieron "al límite" como nos aseguraba la niña Daniela desde su Ceuta natal.
Mi madre, una mujer sin estudios superiores, siempre encontró, a diario, tiempo para leer. Hasta el último día de su existencia, con la ingenua curiosidad de saber cómo terminaba el … capítulo del libro que estuviese leyendo, así como sobre qué diría el diario … cada mañana.
Decía Umberto Eco que "quien no lee sólo vive una vida, quien lee vive cinco mil vidas".
Y seguiré creyendo que "es la mejor lección leer", al menos cada vez que me enfrasco en la lectura y vivo "nuevas aventuras, nuevas emociones".
Torre del Mar septiembre – 2.017