La Paula

La Paula, conocida así artísticamente, fue un personaje muy popular de la Málaga que le tocó vivir. Iniciada en el baile desde pequeña, su vida hubiera tomado otros derroteros si no hubiera estado tan encariñada con su madre. Como ella misma afirmaba: «Siempre he sido muy madrera, y por no dejar a la mía no he llegado a ninguna parte». Pese a ello trabajó en la capital de España en distintas ocasiones consiguiendo siempre grandes éxitos, e incluso un importante premio. La mayor parte de su vida transcurrió en el citado corralón de la calle de Los Negros, en cuyo patio, común a todos los vecinos, se celebraron frecuentes juergas en las que La Paula siempre fue del arranque instintivo a la gracia más depurada.

La Paula trabajó en diversas ocasiones en el desaparecido tablao flamenco Las Gran Taberna Gitana donde en algunas ocasiones tenía que abandonar las reuniones con las que estaba, esperando sacar algún dinerillo complementario, para subir al tablao por mandato de su propietario Antonio Rojas. Otros escenarios de la Paula fueron el Pasaje de Chinitas y la Peña Juan Breva. Trabajó también en fiestas particulares, e incluso en las ventas y nunca faltó en las noches de la feria de agosto a la caseta de Los Lunares desde que se instaló en Martiricos. Apergaminada, menuda, renegría, con unas zapatillas en chanclas y un pañolón azul cubriéndole cuello y espalda -con él la pintaron Pérez Almeda y Pineda Barroso para la Peña Juan Breva-, La Paula ingresó en el psiquiátrico del Hospital Civil Provincial San Juan de Dios, donde permaneció hasta su muerte ocurrida el 13 de octubre de 1978. El Ayuntamiento de Málaga rotuló con el nombre de La Paula una plaza a espaldas de la Cruz Verde y vecina a la calle de Los Negros.
 
Fuente:GONZALO ROJO find@diariosur.es