La prolongación de Conde de las Navas y su repercusión

ALFONSO VÁZQUEZ Si en Málaga el campo sigue estando a un tiro de piedra o ´dentro´ de barriadas como el Puerto de la Torre o Mangas Verdes, el Este de la ciudad tiene una vía directa para encontrarse con la ´explosión´ de la primavera, a poco menos de 20 días de sus inicios.
El Conde de las Navas fue un bibliotecario y arqueólogo malagueño llamado Juan Guadalberto López-Valdemoro, miembro de la Real Academia de la Lengua a quien el Ayuntamiento le dedicó, en mitad de la Guerra Civil, una calle en el Valle de los Galanes (subsumido bajo el nombre genérico de Pedregalejo, el barrio vecino) que linda con el arroyo Jaboneros.
La prolongación de esta calle con La Mosca ha regalado a los malagueños unas vistas preciosas del arroyo y pequeños espacios verdes muy agradecidos, en un entorno en el que escasean las viviendas.
El camino bordea el lateral del campo de fútbol y llega a la barriada de la Mosca. A otro tiro de piedra, pasada la autovía, hay un espacio para comer al aire libre bastante desmejorado que contrasta con las obras de adecuación del cauce, realizadas por la ´abducida´ Cuenca Mediterránea.
Aunque algunos vecinos se temían un desastre con estas obras, como recogió en su día la sección ´Línea Directa´ del diario, las aguas han demostrado que el invento ha funcionado. El cauce está mucho mejor ´encauzado´ y la presa construida en 1941, rebajada, cumple su función y suelta un chorro de agua que levanta el ánimo a todos los que hace unos meses se esperaban un horizonte de lo más sequerón.
Es una pena que ahora que está el arroyo ´a punto´, la explanada para pasar el día tenga las mesas en estado de ´shock´ y algunos papeleras ilocalizables.
Pasado el veterano bar ´El cocodrilo´, aparecen los mantos de flores blancas y amarillas, y también una discreta pero continua actividad de construcción, detectable sobre todo los domingos. Las carretillas y los ladrillos siguen levantando plantas y dividiendo tabiques, en muchas ocasiones sin que Urbanismo se dé por enterado e incluso, sin ningún reparo, delante del paseante se vuelcan los restos de la obra en el río.
La autoconstrucción sigue siendo un hecho imparable, sobre todo cuando arrecia la crisis (y cuando no arrecia, también). La nueva calle Conde de las Navas acerca más al campo, con el monte San Antón a un paso, pero también a supuestas irregularidades ´de toda la vida´.
Fuente:Diario La Opinón