Es mucho más que un cruce o la intersección entre cuatro calles. Las Cuatro Esquinas de El Palo son un enclave de referencia, una seña de identidad marcado en el ADN los paleños. «Es el típico lugar de encuentro que años atrás era como la calle Larios de la barrida», explican desde la asociación de vecinos. El colectivo tiene fotos antiguas que atestiguan que ya a principios del siglo pasado existían comercios, bares y ambiente en este popular enclave. «En los años 20 era una ambientada calle comercial y, al menos hasta bien entrada la década de los 80, era el centro neurálgico de El Palo. A partir de ese momento esa vida comercial y de restauración se fue desplazando, poco a poco, hasta Echerrevía», explica Antonio Rodríguez Carmona, ‘Falele’, vocal de la asociación y responsable de su archivo histórico. Pese al fuerte arraigo vecinal, en la actualidad están en declive, abandonadas a su suerte, según denuncian vecinos y comerciantes: «sería necesario ponerlas en valor. Es una gran deuda la que tenemos con este cruce», insiste Mercedes Pírez, presidenta del colectivo. Señalan como más urgente una intervención en la plaza ubicada en uno de los laterales de las Cuatro Esquinas que a finales de 2017 se rebautizó -a petición popular- con el nombre de Demófilo Peláez Santiago (maestro de albañiles y fundador de la Peña El Palustre). En 2011 se hizo la última intervención en esta plaza aunque el resultado no convenció a los paleños que a día de hoy desean una remodelación que recupere su esplendor: «falta sombra, un parque infantil así como una intervención más noble, más digna», apuntan. La asociación apuesta por convocar un concurso de ideas que, de paso, retome el proyecto de un parking que ayude paliar la falta de aparcamiento en la zona. Frente a la citada plaza, para otra de las cuatro esquinas, también piden solución para un solar vallado desde hace años convertido en un nido de ratas y en un foco de suciedad. ¿Otra asignatura pendiente? Soterrar el cableado de la zona así como favorecer la «visibilidad del pequeño comercio». Foto: Vecinos, comerciantes y miembros de la Asociación de Vecinos de El Palo: Antonio Rodríguez, Ana Konigsmann, Juan Lara Lozano, Carmen Lara, Paqui López, Mercedes Pirez y Paco Leal. Abajo, imagen de principios del siglo pasado de Las Cuatro Esquinas. En ambas fotos aparecen la popular fuente de la olla.
El ayer y hoy del corazón de El PaloLas Cuatro Esquinas son el resultado del cruce de cuatro ejes de referencia de El Palo: la avenida Juan Sebastián Elcano, la calle Almería (la carretera N-340) y sus transversales calle Real y calle Mar. Por el lateral de Sebastián Elcano, en su entorno se suceden una gran cantidad de locales, bares y comercios como EmotiMovil, el local de las bodegas Quitapenas o Calzados Monti entre otros. En calle Real se encuentran la tienda Moda Diamante, la Granja San Antón de animales y plantas, la Carnonería El Palo de leña o los Suministros Hilillo de material de fontanería. Siguiendo por calle Mar se suceden el Salón Florido, la papelería Esterri, Belle Epoque, la Panadería Florido, Pinturas Ardilla, Kyoto, el Donner Kebab Isturk o la tienda de frutos secos Celi. Desde las Cuatro Esquinas a la calle Almería, se encuentra la peluquería Fashion Hair, la popular churrería ‘Migui’, la tienda de ropa J. Lara, el ambientado Pimpi Florida, La Carbonería o Calzados Noelia, por citar a algunos de ellos.Salón Florido, especialistas en desayunos y meriendas desde hace tres décadasEn la esquina de la calle Mar y calle Almería se encuentra la Cafetería Salón Florido. A la hora del desayuno cuesta encontrar mesa libre. El nombre del local responde al apellido de una familia muy vinculada a la historia de las Cuatro Esquinas, la misma que, a lo largo de los años abrió varios negocios en la zona. Su dueño actual (desde hace 33 años) es Manuel Gallardo. «Cuando me quedé con la cafetería la zona vivía un momento álgido. La misma familia que tenía este bar también regentaba una tienda de confecciones, de hecho, en la parte alta del local aún puede verse el antiguo letrero», cuenta. «Ahora las cosas han cambiado: antes esto era el centro de El Palo, ahora el centro es Echeverría y nuestra zona está cada vez más abandonada», se queja el dueño de un local que solo abre para servir desayunos y meriendas: «el resto del día esto está muerto», mantiene. Foto: Manuel Gallardo junto a sus camareros Roque Aído, el más veterano de Las Cuatro Esquinas, y Rafael Mellado.Panadería Florido, tres generaciones horneando panPedro Rodríguez abrió la panadería Florido en la calle Mar de las Cuatro Esquinas en 1956. Había trabajado durante años en el sector y decidió aventurarse a abrir un local propio en pleno auge. «La afluencia del entorno era mucho mayor, tenía mucha vida, muchos comercios y bares», recuerda su hijo, Francisco, ahora al frente del negocio familiar donde también trabajan sus tres hijas: María, Marta y Cristina. El nombre del negocio era el apellido de su abuela, el mismo que usaron otros familiares que también abrieron diferentes locales en la zona como la cafetería Salón Florido antes comentada. «Por entonces estaba el Bar Miraflores, el bar de La Paloma, Cándido y Juan Estampa», negocios de sobra conocidos por los paleños que peinan canas. Aún recuerda el disgusto de su padre cuando ‘jubilaron’ su querido horno de leña para implantar otro convencional, giratorio y de carro: «Estuvo tres días sin aparecer por aquí, le dolió mucho». Cuenta este empresario que el pan congelado es su gran enemigo en la actualidad y que, para mantenerse a flote con el paso de los años, además del pan tradicional, se han abierto a la elaboración de panes artesanales de sabores diferentes: curry, ajo y perejil o tinta de calamar son algunos de ellos. Foto: María y Marta, la tercera generación, en el interior de la panadería que es una de las más antiguas del entorno.Carbonería El Palo, un viaje a la historia de la calle RealEl rótulo pintado a mano anuncia en la fachada la venta de carbón de encina y traslada -sin pretenderlo- al traseúnte a otra época. Esta tienda se encuentra en el número 19 de la calle Real, en un lugar privilegiado para contemplar las Cuatro Esquinas que subía a las cuevas. La familia que lo regenta lleva más de 30 años despachando aunque el negocio y el inmueble tiene aún más historia.Pimpi Florida: Treinta metros cuadrados de copla, alegría y mariscoDel Apellido Florida aún quedan más joyas por descubrir en el entorno de las famosas Cuatro Esquinas. Uno de ellos es el emblemático Pimpi Florida. Fue Gregorio López quien abrió la marisquería hace 67 años, un rincón de apenas 30 metros cuadrados donde la música, la diversión y el marisco llena de magia cada velada. Inicialmente se llamaba Florida pero la clientela del barrio comenzó a denominarlo ‘pimpi’, una versión muy paleña de uno de los platos más demandados del local: las gambas al pilpil. El dueño decidió fusionar el nombre real y el usado por los clientes y así nació el Pimpi Florida. En la actualidad Pablo López, nieto de Gregorio, es el encargado del negocio después de que en 2014 falleciera su padre, Jesús, ‘alma mater’ del local muy querido por sus clientes. En sus paredes se mezclan fotos familiares con imágenes de actrices míticas, reinas de la copla y muchos amigos que adornan este «estrecho e incómodo» loca- -según reconoce Pablo- pero -añade- «del que nadie quiere salir». No hay noche que no esté lleno hasta la bandera este rincón con fama en lugares remotos que ha acogido la visita desde Marifé de Triana hasta Marisol o Alfredo Kraus. Foto: Pablo López junto a su tía, la encargada de la cocina, Rosa M. López.El kiosco de los herederos del ‘Niño de las Moras’Juan Ternero Rodríguez, más conocido como el ‘Niño de las Moras’, el más famoso los vecinos paleños, fue un gran cantaor que se codeó con los mejores de su época. Su hija mayor, a la que apodaron ‘Antonia la cantaora’ abrió el kiosco en la década de los 40 en la calle Real, cerca de su ubicación actual. «Era de madera y no se vendía todo lo que ahora. Por entonces incluso alquilaba novelas», cuenta Manuel Ternero, nieto del cantaor y sobrino de Antonia, quien recuerda que una riada formada por un fuerte temporal llegó a llevarse el kiosco. Cuando su padre heredó la licencia empezó a vender tabaco, tebeos o pan pero, al lograr un empleo en el cementerio San Miguel, lo dejó en manos de Juan. Aquello ocurrió en la década de los 70, cuando apenas tenía 18 años: «Vendía pipas y avellanas Blas, golosinas… En los 80 me reubicaron en el lugar donde hoy está el kiosko», cuenta. Desde 2012, su sobrino Francisco Cañete, y la mujer de éste, Lorena Ortíz, son los responsables del kiosko ahora metálico y con un amplio surtido de productos. Foto: Manuel Ternero Lupiáñez, nieto del ‘Niño de las Moras’, junto a la mujer de su sobrino, Lorena Ortíz.La primera casa de comidas de la bodega QuitapenasLa historia de la popular bodega Quitapenas de Málaga está muy enraizada en las Cuatro Esquinas. Su tradición vitivinícola se remonta a 1.670 en unas viñas localizadas en el municipio axárquico de Cútar donde la familia comenzó con la elaboración de vinos y el laboreo de pasas. Sin embargo, la filoxera, una plaga que arrasó el viñedo europeo de la época, les obligó a trasladarse y acabaron recalando en El Palo. En la calle del Mar de las Cuatro Esquinas Francisco Suárez Pineda abrió en 1.880 la que sería la primera casa de comidas de la empresa. «El plato típico por entonces era el arroz con conejo y vino de los Montes», recuerda José Suárez Onrubia, uno de los propietarios actuales. «Mi abuelo, al que llamaban Pepe el largo -porque medía más de dos metros- empezaron a reconocerlo como Pepe el Quitapenas. Aceptaba trueques para el pago de la comida y firmó avales y préstamos para que otros empresarios abrieran sus restaurantes», cuenta. Con el paso de los años abrieron otro local en calle Real, otros cuatro en la barriada y un sexto en Pedregalejo. Foto: El local de Bodegas Quitapenas del entorno de las Cuatro Esquinas. En la actualidad encuentra junto a la parroquia de Las Angustias.Bar ‘Migui’, churros artesanales con tradiciónEs uno de los clásicos y más antiguos locales de El Palo. Un lugar de parada obligatoria de vecinos y visitantes. En sus orígenes, el Bar ‘Migui’ era una lechería hasta que el padre de Miguel Rodríguez fundó, en 1956, esta churrería familiar. Por entonces ya era en un lugar muy frecuentado por los pañelos que acudían para comprar leche y, de paso, tomarse dulces o churros que poco a poco iban sirviendo entre su clientela. «Fue mi abuelo el que arrancó negocio, es una de las churrerías más antiguas. Por entonces destacada por su barra redonda y por la calidad de los churros», cuenta Elena Ramírez, hija de Miguel, al frente del negocio. «Como Las Cuatro esquinas era ya el centro paleño este era un lugar muy de paso, venían vecinos y clientes de otras zonas de Málaga». Su padre siguió introduciendo desayunos tradicionales malagueños, los típicos pitufos con productos de calidad, con quesos y jamón al corte. Prestan atención especial en el aceite que usan así como al proceso de elaboración del chocolate que sirven. Foto: Elena Rodríguez junto a Javier Fernández y Carlos Miguel Angulo, camareros.Una familia de comerciantes ‘guapos’ en Las Cuatro EsquinasSu familia está ligada al comercio y a la historia de Las Cuatro Esquinas. Siempre fue así. Su abuela, María, a la que llamaban ‘la guapa’, abrió camino con una alpargatería hace más de 70 años. «Aquí en El Palo a todos se nos conoce por motes y la mía era la familia de ‘los guapos’», ríe Mari Carmen Lara, vecina y empresaria paleña. Su madre, Maribel, con apenas 12 años, comenzó a trabajar en una peluquería también por la misma zona. «Eran otros tiempos. Mi abuela vendía unas alpargatas y regalaba tres. Había mucha pobreza y así ayudaban a algunos vecinos necesitados», explica. En 1988 su madre, junto a su padre, Juan, montaron una peluquería en un local que linda con las Cuatro Esquinas, en la carretera de Almería. En la actualidad es ella la que lleva las riendas del negocio ahora convertido en tienda de ropa y complementos donde ofrecen productos nacionales. «Al principio también vendían artículos de peluquería y perfumería pero, con los años, el negocio se fue transformando en función de lo que demandaba la ciudadanía», indica. Se mantienen a flote como pueden debido a la gran competencia que califica de «desleal» de grandes superficies o de bazares chinos donde ofrecen ropa de «peor calidad pero con precios más bajos». «Es muy difícil mantenerse. Habría que ayudar al pequeño comercio», reflexiona. En su opinión es urgente mejorar la competitividad del comercio minorista, ofrecer más líneas de ayudas, publicidad o visibilidad.Un matrimonio al frente de una peluquería con soleraManolo y Pepi son pareja y también compañeros de profesión en la pequeña peluquería Fusión, ubicada a escasos metros de Las Cuatro Esquinas. El matrimonio trabaja codo con codo en un local con más de 130 años de tradición en el sector. Siempre ha estado vinculado al afeitado, el corte o el arreglo de barba de los hombre aunque, desde hace unos años, también atienden a mujeres. «Esta era la barbería que regentaba Salguero que era muy popular entre los vecinos. Tras su jubilación yo me quedé con el local, allá por 1999», dice Manolo. Su mujer recuerda que, con el paso de los años lo han reformado para adecuárlo a las necesidades actuales pero que, antaño, tenía incluso una ducha que usaban los clientes: «La gente del campo venía, se afeitaba, se cortaba el pelo y después se marchaba aseado», relata este matrimonio que apunta la necesidad de poner una barandilla en la acera, en la puerta de su local. «La acera es estrecha y los coches van muy deprisa», señalan. Manolo Moreno y su mujer, Pepi, junto a un cliente.La Carbonería, carnes y bocadillos al carbónEl empresario Sergio Beteo ha sido de los últimos en sumarse a la oferta del entorno de las Cuatro Esquinas. La Carbonería, ubicada en la carretera de Almería 8, abrió el pasado mes de octubre ofreciendo especialidades en carnes asadas al carbón. «Tenemos otro local en el Paseo de Los Tilos y, tras asentarnos, decidimos expandir el negocio a El Palo. Estudiamos el entorno, una zona muy poblada, y pensamos que podía funcionar», cuenta Beteo, graduado social de profesión. A su parecer el entorno necesita más aparcamientos y, en su calle, apunta también la necesidad de una barandilla que separe la estrecha acera con la salida de los negocios. Foto: Sergio Beteo y Loli Jiménez, la cocinera del establecimiento.Decoraciones Paquita, un lugar de referencia para comprar cortinasPaco y Carmela se aventuraron hace 38 años a abrir en un local cercano a las Cuatro Esquinas (en calle Almería) un negocio dedicado a la confección de cortinas y venta de artículos del hogar que llevaría el nombre de su única hija: Paquita. «Era una actividad tan específica, tan diferente a lo que había aquí, que los vecinos le auguraron un año. Pensaban que no era un negocio para el barrio», cuenta Paquita, ahora al frente de la empresa donde también trabaja su hija Miriam, orgullosa de la historia y la experiencia acumulada. «Comenzaron vendiendo y fiando mucho. En aquella época había mucha necesidad. Mi padre daba facilidades de pago a los clientes y les regalaba un paño de cocina por compra, algo que aún continuamos haciendo», ríe Paquita quien reconoce que aún conservan de recuerdo una libreta de deudas nunca cobradas. Hace un par de años remodelaron el local que siempre está al día de las novedades del sector. «El pequeño comercio está muy amenazado por las grandes superficies. Por ello debemos adaptarnos a los tiempos e ir introduciendo todo lo que demanda el cliente. Nuestra atención personalizada y el aval de la experiencia es lo que nos diferencia», opina. Foto: Paquita con su hija que representa la tercera generación del negocio.
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