Emilio Botín, presidente del Santander, bajó las escaleras de la Audiencia Nacional con cierto aire despistado. Tenía delante una veintena de fotógrafos y periodistas esperándole. Había declarado ante el juez por las indemnizaciones millonarias pagadas a los ex directivos José María Amusátegui y Ángel Corcóstegui. No era un trago fácil y parecía un poco apurado; pero, de repente, entre los periodistas alguien dio un paso adelante y se abrazó al presidente del banco. Era Luis Pineda, presidente de Ausbanc, Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios. Botín cambió el semblante y Pineda alabó su gestión ante los periodistas, que se quedaron desconcertados.
La anécdota describe al personaje. Luis Pineda (Málaga, 1962), abogado, es extrovertido. Le gusta vestir de forma llamativa, amigo de los actos públicos, sobre todo si le proporcionan notoriedad. Ha creado un grupo empresarial y mediático (tiene seis publicaciones) bajo el paraguas de la defensa de los usuarios de entidades financieras y empresas de servicios.
Según sus cifras, entre Ausbanc Consumo y Ausbanc Empresas tiene 352.146 asociados, sumando los individuales y los colectivos. Cobra 60 euros por inscripción y 15 euros al mes por asociado, "aunque hacemos precio especial cuando llegan por una crisis concreta", apunta. Ha conseguido grandes logros para todos los ciudadanos, entre los que destaca el fin del redondeo al alza de las hipotecas; que se conozcan previamente las comisiones de los cajeros automáticos y la creación de un registro de seguros de vida de los fallecidos.
Lo curioso del caso es que esas victorias las ha logrado con denuncias y presiones a los bancos y cajas de ahorros, de los que recibe fuertes ingresos publicitarios en sus revistas y semanarios (también les cobra por organizar eventos y elaborar informes). Tanto sus amigos como sus enemigos, que los tiene y de gran relevancia, coinciden en que es un hombre de gran habilidad dialéctica, enorme capacidad de trabajo, así como constante e inteligente. Otros no olvidan que le acompaña una cierta aureola de justiciero, y que, en ocasiones, eleva el tono de voz hasta casi llegar a la ira. También transmite ser casi un cruzado a favor de los débiles, aunque disfrute codeándose con los poderosos.
Los ejecutivos de la banca se quejan de las enormes cantidades de dinero que se ven "obligados" a destinar a las publicaciones de Ausbanc. Se habla de cifras que van desde los 400.000 euros hasta los 60.000, dependiendo del tamaño. Dicen que lo hacen bajo la presión del poder de Pineda. Sin embargo, nadie (excepto Credit Services) lo denuncia porque dicen dudar de que sea ilícito. "La banca ha creado este monstruo y ahora no sabemos cómo acabar con él", confiesa un alto ejecutivo bancario. Tampoco goza de la simpatía de los medios de comunicación, que le consideran un intruso. Hasta tal punto que la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) solicitó a las entidades que no invitara a Ausbanc a las conferencias de prensa, algo que han cumplido.
Pese al velo que le rodea, la semana pasada cayeron algunos muros. El Santander, con 208.000 euros y cinco entidades más (Caja Duero; Banco Pastor; Ibercaja; Caixa Galicia y Caja Murcia) confesaron ante un juez que pagaron 347.000 euros a Ausbanc para participar en unos actos en Salamanca, donde se presentó la Declaración Universal de los Derechos de los Servicios Bancarios. La Caixa, Cajamar y Bancaja también pagaron, pero no han dicho cuánto. Pineda dice que el acto fue transparente y que le costó 600.000 euros, una cifra que parece claramente exagerada a otras entidades acostumbradas a financiar eventos.
En octubre de 2005, el Ministerio de Sanidad expulsó a Ausbanc del registro de asociaciones de consumidores. El motivo, un pequeño anuncio que apareció en Justicia y Derecho, una revista rudimentaria editada por Ausbanc en blanco y negro. Consumo dice que incumple la legislación por incluir publicidad comercial, y no meramente informativa.
Aunque la decisión está suspendida cautelarmente, supone el primer paso para alejar a Ausbanc de las asociaciones de consumidores bendecidas -y, sobre todo, subvencionadas- por el Estado. En el Instituto Nacional de Consumo creen que Pineda juega con sus dos buques (Ausbanc Empresas y Consumo) indistintamente según sus necesidades. "Una le sirve de tapadera para la otra", afirman.
Además, Pineda está siendo investigado por la Audiencia Nacional por haber recibido más de un millón de euros de Fórum y Afinsa, y luego presentarse como acusación popular en defensa de los asociados de las dos empresas filatélicas que quebraron a finales del año pasado. Pineda ha desenterrado (si es que alguna vez la enterró) el hacha de guerra contra el Gobierno socialista. En su opinión, "me persiguen porque no soy una asociación claudicante ante los poderes públicos. Les duele nuestra incorruptible posición. Están dispuestos a liquidar a una organización honesta como Ausbanc que ha demostrado miles de veces que no cede ante los poderosos".
Pero la pregunta básica es cómo Pineda y Ausbanc han alcanzado este poder. La asociación se fundó en 1984, pero tomó altura el 26 de marzo de 1994. En la interminable junta de Banesto, tras el desalojo de Mario Conde, Pineda presentó una acción social de responsabilidad contra el anterior equipo gestor. Fue un gran favor para el Banco de España y para Alfredo Sáenz, entonces presidente de Banesto. Necesitaban una "acción espontánea" como ésa, y Pineda lo hizo. A partir de ahí, el propio gobernador Luis Ángel Rojo y los más importantes banqueros acudieron a algunos de los actos públicos de Ausbanc. Destacó el Duro de Oro (hoy Euro de Oro), en el que se entregan premios a los mejores productos financieros. Su despacho está empapelado con fotografías en las que sonríe junto a Rojo, el ex subgobernador Miguel Martín, Emilio Botín, Matías Rodríguez Inciarte (del Santander), Pedro Luis Uriarte (ex vicepresidente del BBVA), Javier Valls (ex copresidente del Banco Popular) y otros ejecutivos de cajas y secretarios de Estado.
Con esta tarjeta de presentación, se le abrieron las puertas de los despachos del poder financiero. Aprovechó la debilidad de cada entidad (los problemas de la fusión en el BBVA o, en el Santander, por ejemplo, que ha sido víctima de continuos ataques de Rafael Pérez Escolar). "Adulación, petición de publicidad y aviso de lo malo que es enfadarse", dice un ejecutivo financiero. "Es un sistema que no le falla y que combina con las demandas judiciales que muchas veces las gana, porque las entidades cometemos errores".
Pineda niega que coaccione, pero reconoce que siempre pide publicidad cuando visita a las entidades. "La publicidad me garantiza mi independencia, como ocurre con los medios de comunicación. Cuando negocio la publicidad no coaccionó a nadie. Si alguien lo ve así… la interpretación es libre. Les digo que sean valientes y pongan publicidad. Tener relevancia ante la banca me convierte en un interlocutor válido porque te respetan más. Así, a veces, podemos llegar a acuerdos gracias a la mediación, pero nunca paro una demanda porque vaya contra un anunciante".
Sin embargo, esta teoría se tambalea por Caja Madrid, la única entidad que nunca se ha anunciado en Ausbanc y que ha sido blanco continuo de los ataques de Pineda. La caja no hace declaraciones y Pineda dice que esta situación se debe a que "es una entidad torpe en su gestión y soberbia con los clientes".
En Adicae, una asociación rival, dicen que la factura por los actos de Salamanca es "la punta del iceberg de la superfinanciación que bancos y cajas han dado a este tinglado en los últimos diez años". Según su presidente, Manuel Pardos, "ha injuriado a todo el mundo: a Elena Salgado, la ministra de Sanidad que le expulsó del registro, a todas las asociaciones de consumidores… Utiliza la estrategia goebbelsiana de acusar a los demás de los delitos que practica".
EL PAIS