Las tres nuevas piezas del engranaje del recinto aeroportuario son tres edificios: el del nuevo aparcamiento, la terminal de Aviación General y el Centro de Seguridad y Servicios. Cada una de estas infraestructuras tiene »su público». El estacionamiento es la actuación más esperada, y será recibido como agua de mayo -probablemente a finales de ese mes-, por las frecuentes congestiones de tráfico que se producen en las entradas del »parking» más próximo a la terminal Pablo Ruiz Picasso.
Y ello a pesar de que el aeropuerto habilitó meses atrás dos nuevas áreas provisionales de aparcamientos gratuitos, que ofrecen autobuses lanzadera hacia el edificio central del aeródromo. Sin embargo, se decantan más por el estacionamiento central, situado justo al lado del que se inaugurará a finales del próximo mes o comienzos de junio. De las siete plantas (70.000 metros cuadrados) que tiene el aparcamiento construido por Acciona, las dos de sótano están en servicio desde el pasado verano. Cuando se abran las cinco restantes se habrán invertido más de 130 millones de euros, poniendo a disposición de los usuarios 2.500 nuevas plazas.
Revestimiento metálico
El edificio está prácticamente terminado,y además de dos elementos que llaman poderosamente la atención: el revestimiento metálico y los viales para el tráfico que rodean en altura el »parking», cabe destacar la cintura demostrada por los gestores del Plan Málaga. Y es que la adjudicación contemplaba sólo cinco plantas pero, vistas las necesidades y el crecimiento imparable del aeródromo, se decidió ampliar el proyecto con otras dos.
Antes de las obras, el aeropuerto contaba con 1.600 aparcamientos, un número que se triplicará con creces, hasta 5.000 plazas, con el nuevo estacionamiento incluso cuando se desmantelen los citados »parking» provisionales (P3 y P4).
Respecto a la nueva terminal de Aviación General, está situada en las inmediaciones de la actual, es decir, al sur del aeropuerto y muy cerca de la MA-21 (antigua N-340). Mediante un interesante proyecto ya en marcha, el viejo edificio recuperará su imagen de los años 40 del pasado siglo, y se destinará íntegramente al museo del aeródromo. Está previsto que el nuevo, con una superficie total de casi 3.500 metros cuadrados repartidos en tres plantas, se abra en julio, según Aena.
Esta instalación alberga los vuelos privados, aerotaxi, escuelas de vuelo, etc., y tendrá un alto grado de calidad y confort, prácticamente sin parangón en los aeródromos europeos. La inversión en las obras, ejecutadas por Ferrovial Agroman, ha rondado los cuatro millones.
Muy cerca del edificio de Aviación General se encuentra otra pieza más del difícil puzle del aeropuerto de Málaga, casi una ciudad a escala que genera 6.500 empleos directos y 22.000 inducidos, y por la que pasan a diario una media de 35.600 viajeros (13 millones el año pasado). Se trata del Centro de Seguridad y Servicios, inmueble al que se trasladarán también en julio varias dependencias que ahora están distribuidas en otros locales del recinto aeroportuario como el puesto de la Guardia Civil, las dependencias de la seguridad privada, la sala de crisis y el Centro de Seguridad Aeroportuaria (CSA). Sobre una parcela de 18.000 metros cuadrados, este edificio linda con el pabellón de autoridades y el nuevo edificio de Aviación General, y ha costado 2,4 millones.
En total, los tres nuevos edificios han requerido una inversión de casi 140 millones, mientras que el desembolso ya certificado de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea en la presente legislatura en las obras de ampliación del aeropuerto malagueño asciende a 265 millones.
Todos los esfuerzos son pocos para mantener la calidad del servicio que presta la primera puerta de entrada de la Costa del Sol. Al inversor del Ministerio de Fomento, que llegará a los 1.000 millones antes de 2015, y que será sin duda clave para que el aeródromo pueda acoger en ese horizonte a 20 millones de pasajeros al año, hay que añadir el afán de los miles de trabajadores del recinto. Desde el director, Mario Otero, pasando por el responsable del Plan Málaga, Ramón de Bustos, hasta todos los operarios que están en las decenas de tajos abiertos en actuaciones como la nueva terminal, con 260 millones de coste y que es la obra más faraónica del Plan Málaga junto al nuevo campo de vuelos (409 millones incluyendo a segunda pista y su balizamiento e instalaciones eléctricas).
En un recorrido por el recinto se respira la tensión del trabajo, con decenas de personas enganchadas a transmisores de radio y móviles. Muchas reciben y transmiten órdenes con el objetivo de hacer posible la difícil convivencia entre las obras y el servicio en el cuarto aeropuerto de España, con el añadido del lógico trasiego de viajeros, maletas, vehículos, aviones, etc. y el lastre de que aquí las obras se hacen en el corazón del aeródromo, y no en sus afueras como ocurrió por ejemplo en la T-4 de Barajas.
Impulso actual
Hay muestras tangibles de que el aeródromo está cerca de un colapso que no se alcanzará si se mantiene el actual impulso a la ampliación. Una de ellas es que se han vuelto a poner en servicio los mostradores numerados del 101 al 112, junto al bloque técnico. Instalados hace más de un lustro como provisionales, estos equipamientos presentan una actividad que nunca antes habían tenido, e incluso se ha habilitado una nueva puerta para el acceso al área de embarque.