Los Baños del Carmen se convierten en un foco de conflictividad y problemas

Los Baños del Carmen se convierten en un foco de conflictividad y problemas

'Okupas' e indigentes se instalan en el antiguo camping y afectan a la convivencia con vecinos y visitantes

«Hola, ¿Baños del Carmen?», pregunta un joven extranjero a un transeúnte, en las inmediaciones del antiguo balneario. Podría pasar por un turista mochilero, pero algo no encaja en su aspecto. «¡Vienen 'okupas' de otros países con la dirección apuntada!», llama la atención Antonio Delgado, presidente de la asociación de vecinos de Pedregalejo. Efectivamente, el chico no ha venido de visita, sino a instalarse. A pasar el verano. Como medio centenar de personas más que, según los cálculos de residentes y policías componen el campamento. Con el buen tiempo, su número se está multiplicando, sin que nadie lo evite.

Esta situación se torna dramática cuando se tiene en cuenta que en lo que va de año se han producido en las instalaciones del antiguo camping tres agresiones con arma blanca, y los testimonios de los vecinos hablan de una situación «dramática» y de un temor permanente a sufrir robos, agresiones e incendios. El proyecto de rehabilitación de los Baños del Carmen, el que debía ser uno de los grandes atractivos para la ciudadanía y visita obligada para los turistas, se ha convertido en un símbolo del abandono y la indolencia de las instituciones, que tras décadas de debates y proyectos siguen sin ejecutar las obras de regeneración de este espacio privilegiado, a pesar de contar con una partida de 400.000 euros en los actuales Presupuestos Generales del Estado para que el Ministerio de Medio Ambiente licite este año las obras.

Vistas al mar, junto a un bosque de eucaliptos, José Manuel Sánchez, 38 años, vive con su familia en un lugar que, a priori, cualquiera soñaría. Pero más que sueño, pesadilla. «En el barrio tenemos un cáncer», sentencia. Su casa es colindante con el antiguo camping, lo que lo convierte en espectador de primera fila de un espectáculo dantesco. «Están todo el día borrachos y drogados, mantienen relaciones sexuales a la vista de todos, hacen sus necesidades y lo que es peor, un día vamos a salir ardiendo», exclama, visiblemente afectado. Y es que los 'okupas', en su mayoría foráneos, prenden habitualmente fogatas y candelas bajo los eucaliptos, y las ramas de los árboles llegan hasta sus viviendas.

Sigue el relato de sucesos, que incluye hurtos en los coches, insultos, amenazas y fuertes ruidos a altas horas de la madrugada. «Tengo una niña pequeña y no la dejo jugar sola en la calle; esto no es vida, es un desastre, estamos hartos», añade. Otra residente de la zona ofrece un testimonio similar: «Es horroroso, por ahí no se puede pasar, es un peligro permanente, y lo peor es que la policía dice que no puede hacer nada, porque es una zona privada». A su juicio, se ha convertido además en un punto de tráfico de drogas.

Antonio Delgado recuerda que la situación se ha denunciado en numerosas ocasiones en las comisiones de seguridad y tráfico del distrito Este. «Son terrenos públicos que están pendientes del rescate de las concesiones, y mientras están abandonados. Insistimos una vez más en que se recuperen ya los Baños del Carmen para la ciudad, que se ejecuten las obras de una vez y así desaparecerá esta situación».

La Policía Nacional asegura que tiene a este enclave entre los puntos de «especial» vigilancia por la alta conflictividad que se está registrando últimamente en la zona. Por ello, la comisaría del distrito Este (El Palo) y la Brigada de Seguridad Ciudadana organizan despliegues frecuentes en el entorno del camping y el balneario para identificar a las personas que se han instalado allí.

Se trata de un asentamiento cuyo número fluctúa. Suele haber entre diez y cincuenta personas, según la época del año, que acampan con tiendas, aunque otros se han instalado en los viejos aseos del recinto. Aunque reconoce la creciente conflictividad, la policía sostiene que las peleas que se han producido han sido siempre entre miembros del propio asentamiento. Los distintos cuerpos policiales suelen hacer despliegues casi a diario, motivados tanto por las peleas con arma blanca como por las numerosas quejas vecinales que se reciben en el distrito de El Palo.

La última de las reyertas que se han registrado este año, adelantada ayer por SUR, tuvo una secuela hasta ahora desconocida. La mujer detenida por herir con un arma blanca a un hombre fue puesta en libertad en el juzgado, aunque al parecer se dictó contra ella una orden de alejamiento. Según fuentes cercanas al caso, al día siguiente volvió al campamento y, supuestamente, amenazó al mismo hombre. La víctima llamó a la policía y los agentes, al comprobar que tenía vigente una medida de protección, volvieron a arrestarla.

 Fuente: Diario Sur