El 31 de agosto, que es el día que se cierra el mercado de fichajes, se conoce como "el día de Lendoiro", siempre apurando hasta el último minuto. Acostumbra hasta a coger el teléfono, aunque es posible (dicen) que falsee la voz para decir que no está. En 1991, cuando ascendió por primera vez al Deportivo, dijo: "Madrid, Barça, ya estamos aquí". Y el Depor sólo necesitó tiempo para ganar la Liga, la Copa del Rey al Madrid en el Bernabéu, llegar a la semifinal de la Champions, crear la Ciudad Deportiva o generar empresas…
Pero, antes del actual embargo de Hacienda, claro que ha habido momentos tristes como el penalti de Djukic o el descenso a Segunda, en los que Lendoiro siempre dice lo mismo: "Somos muy triunfalistas en el éxito y excesivamente pesimistas en las dificultades".
Tres hijos en nómina del club
Cada domingo va a pie a Riazor, para no perder el contacto de la calle, y siempre dice que "lo que nadie te puede quitar es lo que hiciste". Se hizo célebre por cobrar el 1% del presupuesto ("me hice profesional a petición de las peñas para que dejase la política") y por tener a sus tres hijos a nómina del club, uno de ellos a comisión. Siempre dice que "nada es eterno", aunque su relación con el Deportivo lo parezca. "Puedo decir a gritos que no me he llevado nada del club", insiste.
Lendoiro lleva desde 1988 en los que el Deportivo ha vivido por encima de sus posibilidades, como demuestra ahora Hacienda. Ha sido demasiado tiempo en contra del debate moderno, que habla de limitar "a tres el número de legislaturas" de los presidentes. La idea, en realidad, no es nueva. También ha llegado a oídos del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, al que no le parece una mala idea.
"Podría ser interesante poner un límite temporal en la estancia en los cargos". Otra cosa es que Blatter, que tiene 76 años y preside la FIFA desde 1998, considere la edad como un factor decisivo. "La capacidad no tiene nada que ver con los años. Hay septuagenarios que son jóvenes de mente".
¿Por qué cuesta tanto dejar el poder?
No es fácil mantenerse en el poder, incluso en los deportes menos mediáticos, como comprobó Antonio Esteban que, tras nueve años en la Federación Española de Gimnasia, fue obligado a dimitir en 2010, acusado de pagar en locales de alterne con la Visa de la Federación. Pero la realidad es que, si uno da con la tecla, casi nunca es fácil dejar el poder, algo que se ha demostrado Lendoiro en el Deportivo y que el propio Blatter acepta. "Cuando me eligieron con más del 91% de votos en 2011 dije que este era mi último mandato. ¿Pero cómo podemos decir que es el último cuando ahí está Dios? Vamos a ver que pasa". Blatter no es ninguna excepción por pensar así. Y, sobre todo, en el fútbol, donde los diez años, que acaba de cumplir Del Nido como presidente del Sevilla, se quedan cortos a comparación de otros colegas.
Las hemerotecas están llenas de declaraciones de Augusto César Lendoiro, presidente del Deportivo desde 1988, en las que asegura que lo deja "en dos años" y, al final, nunca lo deja. Villar hace oídos sordos al villarato en la Federación Española de Fútbol desde hace 24 años. Sánchez Arminio, presidente del Comité Técnico de Árbitros desde 1993, se ha llegado a dar lecciones a Piqué tras una trifulca: "Podría aprender de los árbitros, que nunca se meten con los jugadores".
Odriozola es otro caso en la Federación de Atletismo, donde gobierna desde 1989. La censura es brutal, pero él aguanta y nunca se sabe la razón exacta. En realidad, todos estos son personajes para analizar. Es verdad que tienen sueldos muy buenos. Pero a sus edades ya no necesitan estos cargos ni ese dinero para vivir. Tienen suficiente patrimonio y biografía laboral, pero ahí siguen. De momento, a ninguno de ellos les ha pasado lo que a Ruiz de Lopera en el Betis o a la familia Ruiz Mateos en el Rayo Vallecano que, después de dos décadas de poder, tuvieron que salir casi a la fuerza.
El hombre del Villarato (Ángel Villar)
Son, en realidad, los caciques del deporte. Gente que supera o se acerca a los 20 años en el cargo, y de estos cada vez hay menos. Queda gente como Ángel Villar, cuyo mandato se conoce como el villarato en la Federación Española de Futbol. ¿Quién se lo iba a decir en 1974 cuando, siendo jugador del Athletic, pegó aquel puñetazo a Cruyff? Sus escasos dotes para la oratoria, a pesar de ser abogado, no impiden que cobre el doble que Rajoy. Su sueldo supera los 150.000 euros brutos.
Su discurso tampoco le impide arrasar en las votaciones desde 1988 ni que Blatter le diga que debe ser el próximo presidente de la FIFA. La realidad es ésa: tiene una prensa buenísima. "Necesitaría varios artículos de Wikipedia para retratar a Ángel Villar", dice de él Platini. "Es el líder deportivo más exitoso de todo el planeta y quizá de la galaxia". Aunque su vida no siempre fue tan apreciada.
España no siempre ganaba y Villar era el mismo personaje de ahora, el hombre que dice vivir de "hotel en hotel". "Sólo estoy en casa uno de cada cuatro días". Y eso que tiene propiedades de sobra. Al domicilio familiar, en el barrio de Salamanca, se suman dos pisos en la Gran Vía de Bilbao, un chalet en Santo Domingo de la Calzada, una casa en Altea (en la que, por cierto, se coló el año pasado un grupo de okupas), un ático en Marbella, un adosado en Estepona… A menudo, se habla de su devoción por Camino, la obra del fundador del Opus Dei. Villar es hombre de Misa los domingos, ha hecho el camino de Santiago y una de las cosas que pidió le fue claramente concedida. "Pedí ser campeón del mundo. La Madre de Dios me lo ha concedido", explicó en la basílica mexicana de Guadalupe.
Odriozola: catedrático en justificar desastres
Cada vez se habla con menos cariño de él por parte de la mayoría de atletas. Sus declaraciones, casi siempre a la defensiva, tampoco provocan la paz. "Hay atletas que no descansan lo suficiente. Incluso, en las residencias". A sus 73 años, podría ser un pacífico profesor universitario: es catedrático de Bioquímicas en excedencia voluntaria.
Pero últimamente, cada vez que aparece frente a la prensa, es para justificar algún desastre. Su mandato arrancó en 1989. Vivió en primera persona la gloria de los Juegos de Barcelona 92, pero ahora mismo el presente es mucho más amargo. Odriozola sólo se defiende cuando le piden un cambio: "¿En qué va a consistir el cambio? ¿En que se vaya el presidente, todo el Comité Técnico y la Junta Directiva y vengan unos señores tipo unos atletas que se están postulando y arreglen el atletismo español?" Y como él dice que "esto no es sentarse aquí en la poltrona, como decís, y hala, que vengan a hacerme homenajes", trata de continuar.
"Tengo un buen equipo y mi temor es que el que venga no lo mantenga. En este país, el primer temor es descabezar a todos los que están y traer gente de su confianza, aunque no lo sepan hacer". Pero, eso sí, de cara al futuro, Odriozola no se muestra especialmente optimista. "En el caso del atletismo su presencia en televisión ha bajado estratosféricamente desde hace 10 años. Eso, como consecuencia, hace que haya menos dinero, la que se avecina en las subvenciones ni te cuento. ¿Con qué medios contamos en este país? La Federación Británica ya tiene cuatro veces más de presupuesto que nosotros".
6.000 euros mensuales por designar a los árbitros
Fue árbitro durante trece años. Antes de ejercer como tal, era representante de la empresa alimenticia Kraft, donde Sánchez Arminio (Santander, 1942) no tenía el poder que tiene ahora como presidente del Comité Técnico de Árbitros. Lo colocó Villar tras una huelga arbitral en 1993. Entonces Arminio dijo que "no es agradable aceptar el cargo en un momento así". Pero la realidad es que, 19 años después, aún continúa. Y no está mal pagado. Su sueldo ronda los 6.000 euros netos mensuales más gastos, y para enmascararlos los ingresa a través de una empresa de servicios.
Su residencia está en Santander, pero casi todos los días vive en Madrid, en un hotel en la Ciudad del Fútbol. Cada noche le sale a unos 160 euros, aunque Sánchez Arminio, como empleado de la Federación, cuenta con una reducción del 50%. Ha cumplido 70 años, ya tiene nietos y su labor, como jefe arbitral, no es ninguna broma.
Su última gran polémica fue con Piqué, el defensa del Barcelona, al que contestó: "Los árbitros no se meten con los jugadores. Ellos también fallan goles y nadie les dice nada". También dijo que "analizarían las declaraciones del futbolista en Competición" y hubo que llamarle al orden. Arminio, de momento, no es quien para decir eso