El último informe PISA hizo saltar la alarma al dejar a Andalucía malparada como la última de las diez comunidades autónomas en dominio de las ciencias. Ahora este examen masivo, realizado a los 160.000 alumnos andaluces de quinto de primaria y segundo de secundaria, ha buscado evaluar los conocimientos de los alumnos para descubrir "qué sabe hacer el alumno con lo que sabe". Es decir, poner en práctica sus conocimientos y probar su eficacia en la vida diaria.
La nota media es un 3,76, un aprobado por los pelos, ya que se evalúa de 1 a 6 y el aprobado se sitúa en el 3,5. Los estudiantes de 5º de primaria (9 años) sufren un bajón en Lengua (de 4,45 a 3,87), y mejoran levemente en Matemáticas (de 3,43 a 3,71). Mientras, los alumnos de tercero de secundaria (14 años), que suspendieron en la primera prueba de diagnóstico realizada en 2006, ahora aprueban tanto matemáticas (de 3,47 a 3,65) como lengua (de 3,2 a 3,81). Los expertos achacan el descenso en Lengua en los alumnos de primaria, a que la prueba fue "demasiado densa", lo que provocó que muchos estudiantes no terminaran el cuestionario
El último informe PISA adjudicó un nuevo suspenso a los alumnos andaluces el pasado noviembre y confirmó los malos datos de 2004. La evaluación internacional destacaba las distintas velocidades que padecen los estudiantes y cómo el 23% figura por debajo del nivel 2, además del déficit de alumnos con elevado rendimiento (sólo un 3%). Pero por encima de los cates en relación a los países desarrollados, PISA removió conciencias y devolvió al debate público andaluz la importancia de la educación y su trascendencia para el futuro de la región. La nueva Ley de Educación de Andalucía (LEA) prevé medidas como aumentar hasta 15.000 profesores en cinco años y alcanzar los 105.000 docentes para reducir una ratio de entre 30 y 35 alumnos por clase. La pregunta es si el esfuerzo inversor es suficiente y adecuadas las medidas.
Ahora, el objetivo de esta prueba de diagnóstico es tomar la temperatura de los estudiantes: "Hemos querido entrar al debate porque los resultados pueden ser políticamente incómodos, pero para mejorar hay que saber dónde se falla", reflexiona el viceconsejero de Educación, Sebastián Cano. Los resultados se han demorado diez meses debido al cambio de Gobierno. Sobre el prolongado retraso, los responsables de la Consejería de Educación alegan que las conclusiones finales no llegaron hasta la pasada primavera y que antes debieron atender "necesidades más urgentes".
El estudio evidencia que el alumnado andaluz se encuentra en los niveles intermedios de la escala. En comparación con el informe de 2006, Cano subraya "la tendencia de mejora en todas la competencias evaluadas tanto en la educación primaria, como en la secundaria, excepto en la comunicación lingüística, que muestra un leve descenso".
Los sindicatos censuran que el nivel de las pruebas es "bajo" y que las preguntas no se adecuan a los contenidos impartidos por los maestros. "Había preguntas sencillísimas y otras sin sentido. Si el profesorado aún percibe las pruebas como algo ajeno, difícilmente las tomarán en consideración", critica Sonia Amaro, secretaria de enseñanza pública en UGT.
La principal consecuencia del estudio debe ser la mejora de la educación impartida. Para ello, los centros han realizado 43.823 "propuestas de mejora", cifra muy superior a las 28.514 presentadas en 2006. La primera medida que reclaman los centros es "la necesidad de que los colegios e institutos se abran más a la familia y al entorno" porque urge su colaboración. Esta prueba, orientada más a la inteligencia práctica que a la acumulación de conocimiento, quiere situarse como la toma de temperatura de un paciente necesitado de mejora según todos los doctores.