Se calcula que más de 400.000 naturales rohingyas han huido hacia Bangladesh.
Y son serees humanos, aunque avergüence tal afirmación, desde nuestros postulados ideológicos de "unidad o independencia", apenas entrevistos en reportajes demasiado ajenos y tan lejanos.
Víctimas de quienes gobiernan y dominan este planeta autodestruido, víctimas del hambre, de las persecuciones religiosas, políticas, de odio, a causa del miedo, en los confines de la injusticia global en la que, por cierto, parece que nos movemos con cierta comodidad.
Mientras siguen ahí, en la desesperanza más absoluta los excluidos por un millón de razones que sobrellevan los poderosos hasta explicarnos que "eso es lo que hay".
Desde las cloacas de New York en EEUU hasta la isla de Shapiree en Birmania. Desde los 800.000 dreamers, jóvenes estadounidenses por haber nacido en EEUU, hijos de indocumentados, escondiéndose para no ser detenidos, deportados … hasta los 400.000 pobres absolutos, refugiados desesperados, los rohingyas huyendo de quienes, en su propio país, los quieren matar.
Mientras uno recuerda la vieja canción que escuché de nuevo hace pocas fechas:
"Si se calla el cantor calla la vida, porque la vida, la vida misma es todo un canto. Si se calla el cantor, muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría. Si se calla el cantor se quedan solos los humildes gorriones de los diarios… Si se calla el cantor muere la rosa , de que sirve la rosa sin el canto. Debe el canto ser luz sobre los campos iluminando siempre a los de abajo". Mercedes Sosa
Madrid septiembre – 2.017