Los veteranos recuerdan sus mejores años en el ICET

ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA Cuentan que, en los años 60, cuando un emigrante español entró en una fábrica de Suiza, dejó impresionado al encargado por sus conocimientos de cálculo. Ese emigrante había estudiado en el Instituto Católico de Estudios Técnicos (ICET) fundado por el jesuita Antonio Ciganda en 1937, en las playas de El Palo.
"Fueron los primeros trabajadores que sabían leer y escribir, todos salían contratados por empresas para trabajar de encargados o en puestos de responsabilidad y también salieron bastantes peritos e ingenieros", explica Francisco Chaparro, de 70 años, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del ICET, que el próximo 21 de junio celebra el medio siglo de vida.
La asociación nació a finales de los 50 por el interés de muchos ex alumnos, bastantes de ellos asturianos y de otros rincones del norte, por seguir vinculados al centro. La explicación la da Fernando: "El padre Ciganda entró en contacto con el Ministerio de Trabajo, que hizo el internado y envió a niños huérfanos de empleados del ministerio, la mayoría de Asturias, pero también gallegos, catalanes, navarros y vascos".
Los internos estaban todo el año en el ICET y sólo marchaban a sus casas en verano. "Para muchos de ellos su familia era el ICET", cuenta Fernando Chaparro, que explica que cuando la Universidad laboral de Gijón se creó, los internos del norte dieron paso a alumnos de las zonas mineras de Jaén.
El presidente de la asociación destaca la fuerte vinculación de los asociados con un centro que no olvidan y que en muchos casos les abrió las puertas a unas perspectivas laborales que sus padres no podían ni soñar.
Hay que pensar en la revolución que para la enseñanza de la Formación Profesional supuso que en El Palo, en los años 40, ingenieros del ICAI dieran clase a los alumnos, recuerda el actual director del ICET, Francisco Luis Martínez, que subraya además la formación "en cuanto a la responsabilidad y los valores de la Compañía de Jesús".
Para el responsable de los antiguos alumnos, "la formación del ICET ha sido de una importancia tremenda porque aunque no ejercí los conocimientos que adquirí, me valieron para puestos de cierta responsabilidad en mi trabajo". Fernando Chaparro entró en el ICET en el año 48 y allí pasó nueve años estudiando tornero ajustador y siendo testigo de las novedades educativas más punteras. "Cuando empezó a funcionar la radio, el ICET enseñaba radioelectricidad", comenta.
El próximo 21 de junio están convocados los cerca de 550 miembros de la asociación de antiguos alumnos, que volverán a visitar el centro y a conocer las nuevas instalaciones.
La celebración de los 50 años incluirá una misa, el reconocimiento a los fundadores de la asociación así como un almuerzo de hermandad. Además, se ha editado un libro y un DVD con medio siglo de recuerdos. Como es lógico, se espera que ex alumnos de toda España asistan a este emocionante acto de unos ex colegiales que no olvidan.