Éste es mi barrio, la casa de los míos, desde entonces hasta hoy, cuando regreso a mi hogar en mi barrio.
De cara al Mediterráneo, con el espíritu de mis mayores, si así fuera, con la mitad del empeño de cada uno de ellos por abrirse futuro alrededor de El Palo.
Con los dientes y puños apretados, recorriendo todos los peldaños de la supervivencia, con el orgullo de los mejores, por no rendirse, hambrientos y olvidados, sencillos y unidos, jalando el copo de sus sueños por no venirse abajo, sobre los pies descalzos y los pregones de cante bueno, vendiendo esperanza al alba, acechando afanes a la intemperie, repartiendo el magro jornal para seguir intentándolo, cada nueva jornada, sin dejarse nadie atrás, por cada uno, por cada vecino, por el barrio, por su barrio, por mi barrio, por mi casa, por mis vecinos, por mí mismo.
Porque es mi barrio mi casa y viceversa, porque es mi casa mi barrio de El Palo, porque es mi espejo mi orgullo si soy capaz de mirarme a la cara cuando presumo de mi barrio, cuando presumo de mi casa, porque es, al cabo, lo que se ofrece como propio, como si fuera a ser la imagen de mi amor propio, precisamente.
Por eso mismo, porque soy celoso de mi pasado y fiero con mi futuro, porque no renuncio a mi memoria y sueño con mi mañana, porque soy capaz de mirar de frente, es mi imagen mi credencial, es mi mano tendida mi responsabilidad, es mi coraje por sobrevivir mi aval para continuar, es por lo que reivindico mi barrio: tolerante y emprendedor, alegre y hospitalario, esforzado y solidario, singular y altivo, con la grandeza de quien conoce sus límites y no tiene renuncio que ocultar, y . . . entiende, al fin, que es suyo el barrio y suya la apuesta por hacerlo cada día un poquito mejor, . . .
Para que, en definitiva, el reto no quede en amago altanero y huero, para que nadie crea que es el barrio el que debe hacer algo por él, y no él quien debe intentar hacer algo por su barrio, . . .
Para que, paso a paso, todos sintamos que es nuestro barrio nuestra imagen, y es nuestra imagen la vergüenza y el orgullo que nos haga, cada día, intentar a carta cabal mejorar nuestro barrio, nuestra casa, mejorar nosotros paleños y paleñas de raza.
Porque algún día entendamos que si nuestro barrio está sucio es nuestra casa la que muestra ese lamentable aspecto.
Autor: Antonio Garcia Gómez