Málaga hace justicia con Antonio de Canillas

«Hablan de mí, ¿no?». Antonio de Canillas casi no lo creía. Desde el 'backstage' escuchaba y observaba con una mezcla de incredulidad y agradecimiento, todo lo que ocurría sobre el escenario del Teatro Cervantes. Incluso había momentos que no podía evitar arrancarse y seguir con su voz tras las cortinas los cantes que le iban regalando sus compañeros. Era su día, pero le costaba asumirlo. Es lo que tiene esa modestia y humildad que siempre le han caracterizado. Ayer volvió a hacer gala de ella en el homenaje que la Federación de Peñas Flamencas de Málaga le rindieron en reconocimiento a esos más de sesenta años en defensa del cante jondo.
Toda una vida. Y siempre sin perder de vista a su tierra. Porque, aunque haya recorrido el mundo con su arte, Antonio Jiménez -como realmente se llama- ha hecho suyo el cante de Málaga. Lo lleva por bandera y ayer lo demostró una vez más cuando, después de casi cuatro horas de espectáculo, le tocó cerrar la noche con su propia voz. Esa que le ha dado tantas alegrías pese a las dificultades de otra época.
Potente, con fuerza y con la misma ilusión de quien empieza pese a sus 83 años, Antonio de Canillas se soltó por sus cantes de Málaga, pero también por seguiriyas. No hay palo que se le resista a este artista al que ayer hacían justicia instituciones y compañeros en torno a este familiar encuentro en el que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, anunció que el Ayuntamiento le otorgará el título de Hijo Adoptivo de la ciudad.
Le sobran motivos. Quedó patente en un homenaje por el que desfiló desde el personal fandango 'abandolao'y la elegante malagueña de Antonia Contreras hasta la innovadora cartagenera acabada en verdial de Bonela Hijo, la raza de La Cañeta -que brilló con luz propia con su arte y sus tablas, arrancándose incluso al baile-, la polifacética Paqui Corpas -esta vez, por tangos y alegrías- o las delicadas farrucas de Virginia Gámez. Uno tras otro, todos coincidieron, no solo en los sobrados méritos artísticos de Antonio de Canillas, sino ante todo en sus valores humanos. «Si es grande como cantaor, mucho más lo es como persona», advertía, por ejemplo, Corpas.
«Historia viva del flamenco, testigo de una época fundamental», apuntaba el expresidente de la Diputación Salvador Pendón, que aprovechó para reivindicar además el valor del cante jondo. «No dejéis que los recortes tiren por el sumidero lo que se ha conseguido», sentenció ante las autoridades allí presentes.
Entre ellos, además del alcalde, el director general de Acción Cultural y Promoción del Arte de la Junta de Andalucía, Sebastián Rueda; el diputado de Turismo y Promoción del Territorio, Jacobo Florido; y la alcaldesa de Canillas de Aceituno, Pilar Ortiz, que entregó al homenajeado el Escudo de Oro de su pueblo natal. No fue el único 'regalo' que se llevó. Además de las voces y las palabras de sus colegas, también recibió una placa de manos del presidente de la Federación de Peñas Flamencas, Diego Pérez, artífice de este homenaje presentado por Gonzalo Rojo y que contó con la colaboración de Fosforito y la panda de verdiales Raíces de Málaga. A la guitarra, Andrés Cansino, Chaparro, Gabriel Cabrera y Curro de María. Y en el recuerdo, Cayetano Utrera y José Atencia, a los que dedicó su primer cante Antonio de Canillas al final de una velada que aseguraba que no olvidará.
Entusiasmo, jovialidad, generosidad, amabilidad, sencillez, compañerismo… Los elogios llovieron durante toda la noche. Incluso del público. «Maestro», «Te lo mereces», «¡Qué grande eres, campeón!», exclamaban algunos. Por supuesto, les contestó: «Son ustedes fabulosos, ni escogidos». Porque para Antonio de Canillas el «mejor premio es un aplauso». Con eso lo dice todo