Mar de fondo

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Me comentaba una amiga mía que «todo es un montaje», para disimular o tapar las miserias propias, claro que yo que paso por iluso ilustrado lo negaba, como si tanta impostura no fuera a ser cierta, al menos acercándose a la verdad o algo por el estilo, aunque uno termina opinando que igual, igual, algo o bastante de estrategia burda y premeditada si que ha habido y desde hace mucho.

Por eso mismo ahora la duda ya forma parte de mis posibles afirmaciones, no vaya a ser que yo también sólo sea un panoli.

Por otra parte que el nuevo panorama patrio, de uno u otro lado, sea desolador, parece evidente.

Que los unos recurran al mantra cansino y repetido como tal del «Els segadors» para avivar emociones muy identitarias, muy sentidas, muy enfebrecidas, y tal y tal es como para acudir al recurso del bostezo y el hastío sobre tanta hueca y huera sentimentalidad, y que los otros se enardezcan jubilosos y entregados, desde el «a por ellos» hasta el «que viva España» de Manolo Escobar, hasta que broten las lágrimas, también es como para «tentarse» la tan cacareada identidad que ha de mantenernos unidos, si hiciera falta, a la fuerza, por la fuerza de ¿la ley?, por ejemplo, a base de mucho corsé, a la espera de ¿una reforma de la Constitución? … que para largo se la fían, por descontado.

Por el «interés te quiero Andrés», metido, como especia indispensable en el guiso de la sociedad que conformamos o así, desde la amenaza de su poder económico, con el ahora deslocalizo, ahora aquí, ahora allí, si vamos y nos portamos mal y no nos entregamos al consumismo que nos haga felices, al menos y empezando por ellos, los patriotas del Ibex y compañía … a expensas de que su «maná» nos inunde para ir corriendo a gastarnos los sueldos menguantes en sus ofertas irresistibles de «dos por uno», o algo por el estilo. A merced pues de los verdaderos tutores de nuestro presente y futuro, las multinacionales del dinero y el poder, la verdadera Constitución del «orden establecido», de arriba a abajo.

Y en cualquier caso habrá, ya los hay, vencedores y vencidos, aunque disimulen aquellos y las paguen «todas juntas» los segundos.

Tras haber armado la que han armado y la que irán «rondando», calculando, calculando, por encima de los vasallos que habrán de apuntarse detrás de una u otra bandera…

Es curioso que a la «peligrosa» CUP la tilden todos de «coherente» como si ese concepto hubiera dejado de ser una virtud. Malditos tiempos de escasas certezas y virtudes asumidas.

De todas maneras, la fiscalía general, al frente de la cual su jefe es un fiscal reprobado por el Parlamento, y qué más da, hará su labor y distribuirá las acusaciones, en base a ley naturalmente, a base de que tarde o temprano todo quede en agua de borrajas, indulto probable por medio, porque, al cabo, perro no come perro, a la espera de que las aguas vuelvan a su cauce.

Y por lo demás pelillos a la mar, sin considerar por un momento el mar de fondo que menea sin mucho control la nave, o a merced del mareo alcanzado de los pasajeros, en este caso catalanes.

Mientras vuelvan a librarse de cual «afeamiento» las fuerzas «del orden» por, habiendo ostentado, el poder, léase Rajoy y sus conmilitones, no hayan sabido o querido evitar el desastre, mientras se echaba leña a la pira, calculando que podía ser rentable … ¿boicotear los productos catalanes?, por ejemplo, ¿electoralmente?… pues, ¡naturalmente!, porque a la postre se está hablando de eso mismo … de cotas de poder a las que no están dispuestos a perder de ninguna de las maneras, … como «aviso a navegantes» que aclararía el inefable Pablo Casado.

Y el sainete de ópera bufa continuará volcándose en una tragedia boba de la carcunda que solapada amenaza ya con enfangarnos a todos.

Y todos tan enardecidos por seguir las consignas de «nuestros señores».

Madrid noviembre – 2.017