MIGUEL, ES MI AMIGO.

MIGUEL, ES MI AMIGO.

 

Miguel el rojo, Miguel el violeta, Miguel el de El Copo, Miguel el maestro, Miguel el cantaor, Miguel el doctor en la universidad, Miguel el de las eco escuelas, Miguel el del flamenco, Miguel el compañero…

Caras de un poliedro irregular en el que, con puntos de destellos, hemos querido encorsetar la personalidad de Miguel López Castro.

Nos conocimos allá por los 70. Miguel era un chaval joven, estudiante, parado, que ya mostraba rasgos destacados de su preocupación por los demás, por la justicia social.

Siempre lo hemos visto trabajar desde la base, alejado de la competitividad y de las glorias de este sistema. Como un obrero tenaz de la construcción de la dignidad, del respeto y de la igualdad entre las personas. Un constructor constante e incansable. Día tras día, mes tras mes, año tras año, el Miguel que ya ha superado la línea de los 60, tiene los mismos valores, defiende los mismos  principios (no me atrevo a decir que con la misma fuerza), paro con igual firmeza, que cuando empezó.

Uno de sus rasgos destacados es el de cumplidor. Si acuerda hacer algo, lo lleva a cabo. Siempre. No te falla.

Y otra de sus particularidades, es su radicalidad amable y profunda. Su capacidad de comunicación. Su pedagogía.

Como no me gustan las loas, ni las bebidas azucaradas, sino que también disfruto con los amargos, no vamos a dejar este cuadro sin las pinturas grises oscuras.

A veces esclavo de tareas sin límites y sin fin; fiel hasta el más allá; ajeno a compresiones más holísticas.

Pero…, si el cuadro fuera inmaculado, no sería cuadro. Si el yin no tiene al yang, no está completo; si fuéramos perfectos, no seriamos humanos.

Así que forzando una síntesis minimalista, de solo unas pocas palabras, podríamos decir que

Miguel es honrado.

Miguel es una de las  mejores personas que conozco.

Gracias por todo lo que nos has dado, que es a su vez el mejor regalo para ti.

Miguel es mi amigo. Te queremos. Mucho.