En la capital del país, la concentración se prolongó por espacio de dos horas y concluyó con la lectura de un manifiesto, sobre las siete de la tarde, si bien, cerca de las nueve de la noche, un grupo de unas 200 personas continuaban interrumpiendo el trafico frente a la estación de Atocha, mientras la policía intentaba persuadirlos para que abandonaran el lugar.
«Nuestras armas»
«Estas son nuestras armas», gritaban con las manos en alto ante una veintena de agentes, al tiempo que coreaban lemas como «Lo llaman democracia y no lo es». La manifestación transcurrió sin incidentes y en un ambiente festivo entre la Puerta del Sol y la Plaza de Neptuno. Entre los participantes había algunos disfrazados de presidiarios porque decían sentirse «presos del ladrillo» y una minoría de personas mayores, niños pequeños e inmigrantes. En Barcelona, la marcha, que empezó pasadas las 17.00 horas de la tarde en la plaza de Cataluña, aglutinó a «más de 20.000 personas», según el miembro de la Asamblea por el Derecho a la Vivienda Bernat Feliu, quien destacó el «éxito» de la manifestación.
En Andalucía, otros tantos miles de jóvenes acudieron a la cita contra «el urbanismo salvaje y la especulación inmobiliaria». La concentración más numerosa tuvo lugar en Sevilla, donde unas 500 personas, según la Policía Local, se manifestaron por el centro de Sevilla y anunciaron una «contracampaña» ante las próximas elecciones municipales.
Bajo el lema »Málaga no se vende gobierne quien gobierne», un centenar de jóvenes pertenecientes a diez asociaciones denunciaron en Málaga los modelos de desarrollo urbanístico actuales ya que, a su juicio, contribuyen a que la juventud no pueda tener acceso a una vivienda digna.