Y entretanto y desde demasiado tiempo con la carga de la culpa para soltarnos eso que nos encasquetaron . . . de que “vivíamos por encima de nuestras posibilidades”, cuando tanto golfo de guante blanco y “exquisita educación” nos birlaban lo nuestro, la bolsa común y el honor debido a un pueblo cívico, dócil y ¿resignado?.
Su alteza, el emérito, parece que posee un patrimonio que asciende a 1.850 millones de euros, ¡vamos una pasta!.
Entendiendo que este rey, tan campechano que lo fue, habrá podido ingresar a lo largo de su vida laboral, por jornales adscritos a su empleo cerca de los 90 millones de euros.
Y que así mismo, a la muerte de su padre, el exmonarca en ejercicio obtuvo una herencia de unos 6,6 millones.
¡Vamos! ¡que las cuentas no salen para tan pingüe balance!.
En otro sentido, ayer mismo, un tal Mario Conde, primerísimo abogado de Estado, listo, listísimo, cínico de prosodia y pesebre y púlpito apalabrados desde una cadena de televisión pagada por todos nosotros, vía la jerarquía católica, desde repartía lecciones de moralidad el gran ladrón, abufonado hasta el esperpento, estirado como un escupitajo de gomina, ha sido detenido y acusado de estar repatriando y blanqueando el dinero “birlado” a Banesto. ¿No tendría que quitarse alguna medalla, por ejemplo, la Universidad de Deusto que tan bien enseñó al tal truhán?. Porque, de nuevo, se avientan las responsabilidades antes incluso de pedirse.
Y de paso, y dentro del sainete de Panamá, con la declaración de principios del ministro de Justicia que dice “que no cree que Panamá sea un paraíso fiscal”. Mientras resulta que el ministro Soria “no tiene ni idea de por qué han encontrado su firma y la de su hermano en los papeles de Panamá”. Porque él o ha veraneado nunca ni en Panamá ni en las Bahamas.
Y por si las moscas, y como siempre, por si cuela que colará los compinches del PP ya han juntado filas alrededor del ministro Soria.
Y es que nada es lo que parece, ¿o sí?.
Exclamaba hoy mi quiosquera ante las portadas de hoy en los diarios: ”¡Pero por dios, es que no hay ningún decente en este país!”. Y el caso es que probablemente si los hay, a miles, e incluso a millones, más allá de los que sueñan que “ellos harían lo mismo si pudieran”, e incluso quienes vocean que “no hay pan para tanto chorizo”, y por definición toda la ciudadanía abandonada a . . . su suerte por tanto golfo de “mando en plaza”.
Pero, en fin, solo hay una verdad palmaria, repetida y repetida hasta verse asumida por todos los “desgraciados y parias” del panorama patria que “vivieron por encima de sus posibilidades”.
Y, para nota, el exotismo del primer ministro islandés dimitiendo.
Y, para matrícula, ¿por qué razón tanto gran hombre, tanta gran mujer, fueron a Panamá a abrir una cuenta offshore, libre de pago a Hacienda?.
Torre del Mar abril – 2.016