Siempre,
por siempre nos quedará
la palabra,
frente al odio
y el miedo
inoculado,
nos quedará la voz
del coraje,
la voz de la humildad
y la firmeza,
frente al odio
manipulador y vengativo,
nos habrá de quedar
el aliento,
para no callar,
porque es nuestra la voz
y la palabra,
la risa y el llanto
y la apuesta
por quienes menos tienen,
porque quienes carecen
de lo indispensable,
después de habernos asomado
a la derrota,
porque siempre
habrá de quedarnos
la palabra,
la voz inextinguible,
la voz propia,
mi voz y mi palabra
junto a todas las voces
y palabras de quienes
no queremos callar,
porque no podemos
silenciar la voz
poderosa . . .
de quienes no sabemos,
tampoco,
callar.
Torre del Mar febrero – 2.016